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Columna
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Esperanza y cultura

Vicente Molina Foix

Cuando empezaba a decaer en las cadenas privadas el docu-drama "detención de Pantoja", la televisión pública madrileña nos ofreció el novamás de un nuevo formato subinformativo -aunque no exento de intriga y suspense- llamado "inauguración de Espe Jota".

Telemadrid llevaba ya un tiempo practicándolo, el tiempo entero de una legislatura, pero lo de ayer alcanzó unas cimas quizá no igualadas desde el No-Do franquista, si bien hay que reconocer, en honor de la presidenta, una diferencia: al caudillo le ponían en el anzuelo los rodaballos cuando iba de pesca en Galicia delante de las cámaras, mientras que a Espe Jota, llegado el momento emocionante de la retransmisión en directo en el que quiso tirar con flecha entre unos jóvenes arqueros, no le amañaron el tiro. Falló las dos veces, sin dar no ya en el blanco sino ni siquiera en el tablero instalado en un andén, lo que provocó por cierto dos situaciones de gran comicidad involuntaria: la imagen de un miembro del séquito presidencial recogiendo del suelo las flechas caídas lejísimos, y el comentario tan espontáneo como abierto al doble sentido de la locutora: "Zapatero, a tus zapatos". ¿Expulsarán del ente autonómico, como a Germán Yanke, al cámara indiscreto y a la periodista inoportuna?

La cosa duró casi cuatro horas, pues una vez terminada la retransmisión en directo el informativo volvió a glosar sus momentos estelares: las llegadas a las distintas estaciones nuevas del tren con Espe Jota en la cabina de mando, el beso de Judas entre ella y el alcalde al encontrarse en la primera parada, el descubrimiento de la placa conmemorativa en la estación de Coslada Central, y el discurso que -no contenta con los vídeos promocionales también emitidos- largó Aguirre al final del maratón inaugural. Cuatro horas de obscena propaganda electoral a cargo del erario público, que sin duda también pagó el desangelado espectáculo deportivo en la estación Estadio Olímpico, cercana a La Peineta, y las horas extra de las limpiadoras, rendidas de no haber podido dormir en toda la noche. El locutor que las entrevistaba tuvo una gran ocurrencia al ver que todas eran emigrantes: "Esto sí que es multicultural".

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