Bayrou anuncia que no votará a Sarkozy
El líder del centro busca alianzas con la izquierda para las elecciones legislativas de junio
El centrista François Bayrou no votará por Nicolas Sarkozy. Fortalecido por los cerca de siete millones de votos que logró en la primera vuelta, celebrada el 22 de abril, el tercer hombre de estas elecciones mantiene su presencia en escena con la vista puesta en las legislativas de junio. Se trata de una cita crucial en la que se comprobarán los efectos que realmente ha tenido la reducción del mandato presidencial a cinco años y su sincronización con la legislatura. La semana próxima, Bayrou anunciará la creación del Partido Democrático. La emergencia de un partido centrista suficientemente fuerte y con autonomía para actuar de bisagra, provocaría en sí misma un cambio del modelo político francés.
La mayoría de los cargos públicos de la UDF prefiere al candidato conservador
Tras protagonizar un polémico debate con la socialista Ségolène Royal, con la que pese a discrepar claramente en los asuntos económicos, coincidió en todo lo referente a la reforma del Estado francés, sobre todo en su arquitectura constitucional, Bayrou parece apostar abiertamente por crear un frente común con el Partido Socialista (PS) frente a la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP).
A propósito de esta evolución y en unas declaraciones al diario Le Monde, realizadas de madrugada, mientras todavía resonaban los ecos del debate entre Royal y Sarkozy, Bayrou aseguraba que el domingo no votará por el candidato de la derecha, aunque tampoco aclaraba si apoyará a Royal. "A esta hora no sé lo que haré, pero empiezo a saber lo que no haré", comentó. En su opinión, con la llegada de Sarkozy al poder, "se corre el riesgo de agravar la ruptura del tejido social" del país. "Probablemente", añadió Bayrou, no anunciará cuál será su voto.
Sin embargo, la mayoría de los cargos electos de su partido, la Unión por la Democracia Francesa (UDF), han ido pronunciándose en favor de Sarkozy, lo que no parece preocupar a Bayrou que, desde el primer momento, les dio libertad para apoyar al candidato de su preferencia. La UMP ha presionado a los diputados centristas que, en un sistema mayoritario a dos vueltas, dependen de los votos de los conservadores para ser elegidos en su circunscripción.
Bayrou, sin embargo, da por amortizada la UDF. Considera que sólo una cuarta parte del 18,57% de los votos que obtuvo en la primera vuelta proceden del tradicional electorado democristiano-centrista. Su apuesta política pasa necesariamente por aliarse con el PS. Si el domingo gana Sarkozy se sitúa como aliado indispensable del ala socialdemócrata del PS. Si la vencedora es Royal puede reclamar una presencia, que ya se le ha concedido, en el futuro Ejecutivo.
Lo más significativo de esta alianza es la apuesta de ambos líderes de acabar con el sistema de poder de la V República, en el que el presidente acumula enormes poderes, pero carece de todo tipo de responsabilidades y no está sometido a ningún control. El Parlamento, permanentemente víctima del más descarado absentismo, no es más que una correa de transmisión del Ejecutivo.
Las posturas sobre la reforma, entre Sarkozy, por un lado, y Royal y Bayrou, por el otro, son muy contrastadas. El candidato de la derecha se limita a recetar unos pequeños apaños. Los otros dos quieren una transformación en profundidad. Es la diferencia entre una presidencia de corte cesarista y que impondrá las reformas por decreto, y la que pretende implicar a todas las fuerzas del país.
El portavoz de la candidata socialista, Ségolène Royal, Julian Dray, lo resumía ayer con claridad: "Las reformas son necesarias, pero en consenso, con la participación de todos los actores sociales. (...) No creo en los líderes carismáticos que consideran que están en posesión de toda la verdad". Tras haberle criticado con dureza durante la campaña electoral, especialmente cuando el candidato centrista empezó a subir meteóricamente en los sondeos, planteando incluso la posibilidad de dejar a Royal fuera de la segunda vuelta, los socialistas se deshacen ahora en halagos con él.
Según Dray, la campaña presidencial que ha realizado Bayrou "le ha alejado de su familia política de origen, la derecha" y el "hecho político que representa habrá que tenerlo en cuenta". "No podemos gobernar los unos contra los otros", señaló el portavoz de la candidata socialista, haciéndose eco del lema central de la campaña de Bayrou, siempre dispuesto a acabar con la dicotomía derecha-izquierda.
Se trata de una declaración de amor que anticipa la emergencia de un gran bloque de centro izquierda que, pase lo que pase, tiene vocación de permanencia en el panorama político francés.
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