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El mando español en el oeste de Afganistán pide refuerzos para frenar a los talibanes

"Necesitamos otra compañía de reacción rápida", declara a EL PAÍS el coronel García de las Hijas

La ofensiva de primavera de la insurgencia afgana ha multiplicado la presión sobre la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), en la que se integran los 690 militares españoles destacados en Afganistán. "Cuando el deshielo despeje los pasos de montaña, lo que facilita la movilidad de los rebeldes, necesitaríamos en Herat otra compañía de la Fuerza de Reacción Rápida", afirma el coronel Miguel G. García de las Hijas, jefe del Estado Mayor del Cuartel General de la ISAF para la región oeste de Afganistán. Una delegación oficial afgana concluyó que 51 civiles, incluidos mujeres y niños, murieron durante los bombardeos de EE UU en el distrito de Shindand el pasado fin de semana.

51 civiles, incluidos niños y mujeres, han muerto en los últimos bombardeos de EE UU en Herat
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En Herat, ciudad de 250.00 habitantes donde está el cuartel general del Mando Regional Oeste -que tiene a su frente a un general italiano y como jefe de Estado Mayor a un coronel español-, hay dos compañías de la Fuerza de Reacción Rápida, una española y otra italiana. García de las Hijas sostiene la conveniencia de reforzarlas porque "el personal se vería menos presionado y facilitaría el mantenimiento de los equipos". Y añade: "Cuanta más presencia [militar] haya, más fácil será garantizar la seguridad".

El presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, ha rechazado reiteradamente el envío de más tropas a Afganistán. El pasado 9 de marzo, sentenció: "No contemplo enviar más soldados a Afganistán". Ese día, el primer ministro italiano, Romano Prodi, le preguntó si España enviaría más tropas. "Para nada", respondió Zapatero.

El coronel español indica que, aunque los soldados de la ISAF se rotan para mantener la estabilidad en el valle de Zerkó (cuyo control se disputan dos tribus que compiten por el apoyo de los insurgentes y en el que se encuentra el conflictivo distrito de Shindand), ninguna de sus dos compañías estaba en la zona el fin de semana, cuando 137 personas murieron en tres días de combates desatados el viernes en Shindand, a 130 kilómetros al sur de Herat, entre fuerzas de EE UU y talibanes.

Una delegación del Gobierno provincial de Herat integrada por abogados, policías y agentes de inteligencia se desplazó el lunes a la zona para investigar las protestas de miles de vecinos, quienes acusaron a las Fuerzas Especiales de la coalición que lidera EE UU de matar civiles. Según la delegación, entre los muertos hay 51 civiles, incluidos 18 niños y mujeres, informa la agencia Associated Press.

EE UU tiene 27.000 hombres en Afganistán, 14.000 de ellos integrados en la ISAF. El resto depende únicamente del Pentágono y está dedicado a la lucha contra los reductos de Al Qaeda y las milicias talibanes. Entre estas fuerzas que controla el Pentágono hay 1.400 miembros de las Fuerzas Especiales que, en solitario o junto a comandos de otros países de la coalición Libertad Duradera -de la que se retiró España en julio de 2004-, persiguen a la insurgencia.

El Cuartel General de Herat, como es habitual, conocía la operación que iban a realizar las fuerzas especiales de la coalición. El viernes, éstas cayeron en una emboscada en la que participaron unos 70 talibanes y en la que murió un soldado de EE UU. Los militares estadounidenses solicitaron apoyo aéreo -intervino al menos un Hércules AC-130 artillado- y, según el comunicado oficial, dieron muerte a "49 talibanes".

La operación continuó el domingo. "Un total de siete posiciones del enemigo han sido destruidas y 87 talibanes han muerto en las 14 horas de combate", informó el lunes el portavoz de la coalición. Mientras, miles de manifestantes gritaban que los muertos eran civiles y trataban de asaltar una comisaría al vincular a la policía afgana con los atacantes extranjeros. Helicópteros españoles rescataron a un policía afgano y un soldado rumano heridos en los combates.

El jefe del Estado Mayor de la ISAF en la región oeste -que comprende las provincias de Herat, Farah, Gor y Badgis, una extensión similar a la de Portugal y unos 3,3 millones de habitantes- señala que también se ha desplazado a Shindand una delegación de Naciones Unidas para investigar lo ocurrido. A petición de la policía afgana o del Ejército afgano, y siempre acompañando a éstos, la ISAF realiza "una misión permanente de reconocimiento" de esa conflictiva zona, señala el coronel García de las Hijas.

El mando español añade que otro de los objetivos de la ISAF es mantener la "libertad de movimiento" de la parte que les corresponde de la carretera que une Kandahar, en el sur del país, con Herat, en el oeste. Es una parte estratégica de la Ring Road, la ruta de circunvalación que rodea todo el país. Para facilitar esta misión, el Gobierno de Kabul, presidido por Hamid Karzai, ha cambiado las fronteras interiores y ha incluido en la provincia de Farah el distrito de Delarán, que antes pertenecía a la provincia de Nimroz, fuera del territorio asignado a la región oeste y de la zona en la que operan las tropas españolas. Ese tramo de carretera es fundamental para garantizar la movilidad de la zona oeste.

Los convoyes que patrullan por dicha carretera los forman al menos con una unidad (31 hombres), más la sección de apoyo de las Fuerzas de Reacción Rápida, que se desplazan en Blindados Medios de Ruedas dotados de inhibidores de frecuencia, para neutralizar los explosivos activados a distancia.

La insurgencia nunca quiere enfrentarse directamente a las tropas, cuya mayor amenaza son las minas y los artefactos improvisados. Fue por explosiones de minas como perdieron la vida los dos militares españoles muertos en acción hostil en Afganistán: el soldado Jorge Arnaldo Hernández Seminario, en julio de 2006, y la soldado Idoia Rodríguez Buján, en febrero pasado.

Soldados españoles en Afganistán, en octubre de 2004.
Soldados españoles en Afganistán, en octubre de 2004.AFP

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