2.500 mujeres, en lista de espera para una fecundación 'in vitro' en la sanidad pública
La media de espera es de 18 meses en uno de los tres centros acreditados en Cataluña
Un total de 2.597 mujeres en Cataluña, en su deseo de tener un hijo, aguardan una fecundación in vitro en el sistema público. El tiempo medio de espera para que la sanidad pública ofrezca una solución a sus problemas de fertilidad es de 18 meses. La demanda ha crecido en los últimos años y muchas parejas optan por la privada. El sistema público realizó en 2006 unas 900 intervenciones en los tres centros acreditados: hospitales de Sant Pau-Fundación Puigvert y Clínic, y Vall d'Hebron. La Generalitat estudia definir nuevos criterios para agilizar las listas de espera.
De los 470.000 niños que nacen cada año en España, unos 7.000 (el 1,5%) han sido engendrados mediante técnicas artificiales de fecundación asistida. Las listas de espera para una fecundación in vitro en la sanidad pública son altas en todas las comunidades, aunque Cataluña se sitúa por debajo de la media, que es de tres años.
Hay que tener en cuenta que cuando una pareja se inscribe en la lista de espera para que la mujer sea sometida a una fecundación artificial, lleva ya dos años de consultas. "La lista de espera es alta, a pesar de que hemos ido incrementando el volumen de actividad para estos procedimientos", explica Francesc Brosa, gerente de compras y evaluación de servicios del Servicio Catalán de la Salud.
"Cataluña está mejor que otras comunidades porque hace unos años conseguimos que la medicación para la fecundación in vitro se subvencionara, con lo cual la lista de espera disminuye. Desde el mismo centro privado se puede pedir la subvención para la medicación", explica Diana Guerra, presidenta de la Asociación de Ayuda a la Fertilidad Genera y miembro de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida.
Más de la mitad de las personas con problemas de reproducción, sin embargo, acuden a una clínica privada para resolver su problema. Una fecundación in vitro cuesta alrededor de 4.000 euros, aunque varía según el centro. En Cataluña hay 28 centros privados que aplican estas técnicas. El proceso consiste en poner un óvulo en relación con un espermatozoide dentro de una probeta. El óvulo fecundado en la probeta se implanta después en el útero de la madre. A partir de ahí se siguen las etapas de un embarazo normal.
"Hay listas de espera para todo, no sólo para la fecundación, sino también para lograr un primer diagnóstico y para acceder al tratamiento", asegura Diana Guerra. "Estamos colaborando con el Departamento de Salud en un estudio para conseguir saber dar prioridad a las listas de espera de reproducción humana asistida. El objetivo es ver qué prioridades hay que tener en cuenta para que las listas de espera sean más sensatas y más reales", sostiene Guerra.
El objetivo es establecer un orden dentro de la lista y evitar que la edad tenga un impacto negativo en la fertilidad, explica Joaquim Calaf, jefe de servicio de Obstetricia en el hospital de Sant Pau. Sant Pau-Fundación Puigvert realiza unas 400 intervenciones al año. Alrededor de 100 parejas al mes llegan al centro para que se estudie su caso. De ellas, el 30% acude con la indicación de ser candidatas a la fecundación in vitro y algunas parejas del resto de las consultas también necesitarán de esta técnica. Calaf destaca el problema de la equidad territorial, ya que los tres centros públicos que realizan fecundaciones artificiales se encuentran en Barcelona, un hecho que obliga a las parejas del resto de Cataluña a desplazarse.
Complejidad
La Generalitat descarta de momento la contratación de más actividad en centros privados. "Hemos de estudiar la capacidad real de los centros de la red pública", afirma Brosa.
En el hospital Vall d'Hebron la espera se sitúa por debajo los tres años. Hay 700 personas que aguardan. "Montar una unidad de reproducción asistida es complejo", recuerda Julio Herrero, coordinador del departamento de Reproducción Asistida de Vall d'Hebron. "En este momento, el 20% de las parejas que quieren tener hijos tienen dificultades. Hay una gran demanda y unos recursos limitados", argumenta Herrero, quien reconoce que dar prioridad a unos pacientes sobre otros es complicado sin caer en discriminaciones.
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