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Reportaje:El regreso de un clásico

Miss Mara regresa al Price

La trapecista más internacional que ha tenido España vuelve como espectadora al mítico circo

Si algo pertenece al imaginario colectivo de una ciudad como Madrid es, sin duda, el Circo Price. Su historia, sus espectáculos, mayoritariamente de circo (aunque también acogió conciertos del primigenio rock español), están guardados celosamente en los territorios de la memoria reservados a recuerdos infantiles, a experiencias lúdicas, intensas o felices. El Circo Price desapareció en 1971 de la que fue su sede de la plaza del Rey durante más de un siglo, adquirida por el acróbata y atleta británico Thomas Price en 1855.

Quien no ha sido desheredado de esos recuerdos guardará entre ellos la mágica presencia de Miss Mara, una de las más grandes trapecistas del siglo XX que, retirada desde 1981, ha regresado como espectadora al Price, donde impactó en los años sesenta con sus insólitos ejercicios.

"Dice Pinito: las diosas no debían envejecer, y en el trapecio he sido una diosa"
"La pista es sagrada, tiene que haber una gran agilidad, y el Price lo está consiguiendo"
"Los empresarios del Price, Feijoo y Castilla, son los mejores que he conocido en mi vida"

Llegó por primera vez en 1962, tras convertirse, en el estadounidense circo Ringling, el más emblemático del mundo, en la gran trapecista que siempre demostró ser. Repitió en varias ocasiones.

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Miss Mara ha conseguido no tener edad. O al menos que la conozcamos. Piensa que algo de razón tienen en América cuando dicen que la mujer que habla de su edad puede decir cualquier cosa: "Además, como dice Pinito, las diosas no debían envejecer, y yo en el trapecio he sido una diosa".

Por primera vez sale Pinito del Oro a la conversación. Fue la otra mítica trapecista española ligada durante años al Circo Price. Pinito era y es mucho más popular en España, pero Miss Mara tenía un mayor reconocimiento internacional, seguramente debido a que su técnica era más depurada y hacía ejercicios que Pinito no abordó.

Fueron muy amigas, pero hoy la relación está distanciada. De hecho, en la inauguración del nuevo Circo Price de la Ronda de Atocha, el pasado 21 de marzo, ambas fueron sentadas en palcos contiguos y no se miraron a lo largo de la tarde, ni siquiera cuando el Price les hizo un pequeño y paralelo homenaje con sendos e idénticos ramos de flores que ambas recibieron de pie al mismo tiempo que los calurosos aplausos de los espectadores de la gala inaugural.

"Sé que Pinito me quiere, pero en la pista ha querido ser la única y olvida que ahí, y en el puesto más alto, hemos estado otros, pero no reconoce a nadie". Seguramente, Miss Mara aún recuerda cómo Pinito del Oro, al ser preguntado por la "otra gran trapecista española que había tenido un accidente" se limitó a decir que "esa trapecista era del conjunto".

Ella, como el resto de sus compañeros del mundo del circo, están marcados por el nomadismo. Mara Papadopoulos Vaquero nació en un camerino del teatro de San Fernando de Cádiz, cuando su familia, de orígenes griegos y rumanos y de varias generaciones de artistas, tenía el circo Florida. Su padre y sus tíos hacían números con las fieras. Miss Mara y sus siete hermanos se decantaron por otras especialidades, como el trapecio o el alambre, técnica en la que los famosos Tonitos (sus hermanos) destacaron internacionalmente y arrancaron muchos aplausos en el Price, donde hoy se les espera.

Miss Mara está entusiasmada con la recuperación de este circo. Cuando el sábado pasado esta mujer de belleza excepcional y andares lentos y pausados, que se convierten en ágiles y volátiles cuando explica como hacía sus ejercicios, llegó al Price quiso ir a ver la pequeña exposición que se ha hecho con fotos de artistas del clásico Price. Al llegar a la suya los ojos se le humedecieron, pero aguantó: "No lloro porque no llevo pañuelo", musitó con su fino humor. Pero los recuerdos se le amontonaron.

"Era el mejor circo que ha tenido España, recuerdo lo mejor de él, cuando vine por primera vez de América..., la verdad es que ha sido como un sueño trabajar en este circo; de aquí tengo los recuerdos más emotivos de mi carrera, tenía aquel camarín tan personal, tan curioso", dice de su camerino lleno de fotos, estampas, recuerdos...

También habla de cómo ella y sus compañeros iban a las famosas tertulias de payasos del Cock, bar de la calle de la Reina que aún hoy continúa siendo muy popular entre la gente de la farándula y la intelectualidad madrileña. "Nos reuníamos todos los artistas y siempre se hablaba de circo, circo y circo..., de dónde íbamos a ir, del público de Madrid, tan especial, porque al tiempo que era muy entendido y exigente, era muy cálido".Pero los mejores elogios los guarda para los dueños del Price, Manuel Feijoo y Arturo Castilla: "Son los mejores empresarios que he conocido en mi vida artística, por encima de los hermanos Ringling que eran excepcionales, como otros de circos maravillosos de Suecia y Australia", apunta. Dice tener esperanzas de que el nuevo Price recupere la solidez de antaño: "Lo van a conseguir porque cada vez va a mejor y mejor; me gusta la organización, la rapidez de los artistas, no se hace pesado y lo fundamental: el ritmo del montaje lo están llevando magníficamente bien, es una de las cosas más difíciles, la forma de poner los aparatos..., la pista es sagrada y entre una actuación y otra tiene que haber una gran agilidad..., y la orquesta me ha impresionado", dice esta mujer, que llegó a trabajar con Frank Sinatra y Elvis Presley, y en Tejas actuó ante 40.000 espectadores. Y, como cualquier icono del siglo XX, Hemingway también estuvo en su circo y se lanzó a la pista a abrazarla tras verla volar.

Muchos madrileños y espectadores del Price recuerdan cómo sus arriesgados arrojes producían vuelos de mariposas en el estómago. Dos de ellos eran excepcionales. Su resbalada desde las corvas hasta los talones, con pies descalzos y su arroje de nuca, con la que se sujetaba a la barra del trapecio y en pleno vuelo: "Eso no se lo he visto hacer a nadie", señala.

En más de una ocasión le falló el vuelo, pero lograba agarrarse gracias a una técnica desarrollada desde que a los cuatro años empezó en el trapecio. No siempre lo consiguió, y una con graves consecuencias, cuando en 1953 en el Ringling cayó de 14 metros. Los médicos tenían claro que con sus múltiples y complicadas fracturas, entre las que estaban varias vértebras rotas, pasaría el resto de su vida en una silla de ruedas. Pero su fuerza de voluntad y su médula intacta la devolvieron al trapecio con una espectacular reaparición en el Madison Square Garden de Nueva York ante 18.000 espectadores, todo televisado para 42 Estados y publicándose su fotografía en 20 millones de periódicos. Pero aún hoy sueña a diario que se resbala.

Y aún pone cara de niña fascinada al observar a sus compañeros en el nuevo Price. Habla de la veteranía de los malabaristas. El líder de ellos, Manuel Álvarez, dice de ella: "Era formidable, aunque hoy se ha renovado mucho el trapecio", señala este profesional que llevaba 22 años sin trabajar en España. Ahora está orgulloso de formar parte de este Charivari inaugural del Price, circo en el que trabajó antaño su familia: "Entonces no había técnicas tan perfectas, pero era muy conocido y ahora hay que darlo a conocer, pero lo lograrán".

Junto a él también trabaja el portugués Sandro, con el que Miss Mara se ríe abiertamente: "Ella no sólo impresionaba en el trapecio; cautivaba con su charme", dice este joven, que en su infancia siempre oía hablar de Miss Mara y Pinito y que hoy afirma que la recuperación del Price es lo mejor que le ha pasado a Madrid en 2007.

Cuando salen los payasos, Miss Mara los clasifica: "Éste es carablanca clásico, pero también lo hay estirado y grotesco; ése es Monsieur Loyal; también está el excéntrico, y el payaso Augusto...". En Charivari es Monti, quien también coordina las actividades circenses del nuevo Price. Monti habla del fuerte simbolismo que para ellos tiene Miss Mara: "Es la que recoge el testigo del antiguo circo, donde se aprendían las técnicas a través de la familia; forma parte de esos profesionales en los que nos tenemos que mirar y tratar de recoger su herencia, que no es otra que el tesón, el rigor, el afán de superación...", señala, al tiempo que recuerda la edad de oro del circo español antes de la Guerra Civil, "cuando había muchos artistas españoles llenando las grandes pistas del mundo, y aunque aquello nunca volvió a ser lo mismo, lo cierto es que con el Price hubo un resurgir, como el que pretendemos que ahora se dé, porque una buena meta sería convertirnos en una referencia internacional y volver a ser líderes en este arte", dice Monti, que sabe que en el Price también hubo rock y boxeo.

Miss Mara sigue disfrutando y susurrando cosas de sus compañeros, los payasos Antonio Cifo, Suso Clown, Antonio Maurel y Tito Medina, los caballos en libertad del colombiano Carlos Savadra, los funambulistas de altura Danger Castilla, los ilusionistas noruegos, la trapecista rusa, las esculturales bailarinas de la compañía Megalithe... Pero es con la barra rusa de los Rokaskov y con las niñas chinas de la Trouppe Hebei con quienes Miss Mara llega a emocionarse y gritarles: "¡¡¡Bravo, bravo!!!".

Charivari. Circo Price. Hasta el 25 de junio. Entradas, de 8 a 30 euros.

Miss Mara con Arturo Castilla y Manuel Feijoo, en una foto del libro <b><i>Una vida apasionante en la barra del trapecio.</b></i>
Miss Mara con Arturo Castilla y Manuel Feijoo, en una foto del libro Una vida apasionante en la barra del trapecio.

La loncha o la vida

Miss Mara observa cuidadosamente a la trapecista rusa Natalia Kuznetsova mientras ofrece su actuación en el nuevo Price.

Al preguntarla qué opina de su colega, guarda silencio un momento y comienza a hablar: "Una trapecista no puede sobrepasar los 48 o 49 kilos, según mi criterio, y ella tiene sobrepeso..., claro que como lleva loncha...", dice. Miss Mara se refiere con este término a uno de los sistemas de seguridad que usan los trapecistas, un arnés sujeto a una cuerda que desde un rincón de la pista controla una persona especializada.

Cuando se le pregunta a Miss Mara qué consejo le da a Natalia, que ha elegido tan duro oficio tiene clara la respuesta: "Que siga igual, que siga durmiendo tranquila, que tiene un trabajo muy elegante, muy fino y no tiene que pensar por la noche que al día siguiente se puede matar". Miss Mara rechazó en varios países (Rusia, Francia e Italia) actuar con red, llegando incluso a firmar documentos en presencia del público por los que se responsabilizaba sólo ella en caso de accidente.

Kuznetsova, poseedora de un cuerpo perfecto, alega que por las características de su número usa loncha: "Si hago trapecio estático no la uso, pero en este número de trapecio volante es necesario, pues no sólo pongo en riesgo mi seguridad si no la del público; incluso con la loncha el riesgo es muy alto", explica. Y cuenta que en su país, como en muchos, la actuación en trapecio está prohibida si no se lleva la loncha de seguridad puesta.

En España existe un vacío legal sobre la obligación de usar loncha en los trapecios, porque no hay ninguna normativa que lo contemple. En el caso del Circo Price, su director, Tato Cabal, deja bien claro que por razones de seguridad siempre exigirán su uso en los espectáculos.

'Rara avis'

Al frente del nuevo Circo Price, que depende de la Concejalía de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, están dos personas. Tato Cabal, director y gerente, ligado al mundo del espectáculo como programador, productor y gestor, desde que dirigiera la mítica sala Cadarso a finales de la década de los setenta y el Festival Internacional de Madrid en los ochenta. Y Joan Montanyès, criado en el grupo Comediants y conocido como uno de los payasos Monti, tras fundar la compañía Monti & Cia, quien ha llegado al Price para coordinar las actuaciones circenses.

"El nuevo Price es una rara avis en el panorama internacional de este género del espectáculo", dice Cabal, quien se pregunta cuántos circos estables, de ladrillos, se han construido en las últimas décadas en el mundo: "Sólo el Price, algo que es normal si se tiene en cuenta que un circo precisa de un solar cuatro o cinco veces superior a lo necesario para un gran teatro y que los costes de edificación son muy difíciles de amortizar por la vía de explotación privada".

A ello añade otra razón que impregna al Price de excepcionalidad: "El teatro, la música, la danza, el cine... dependen en gran medida, cuando no exclusivamente, del dinero público". Cabal se pregunta esta vez cuántos circos dependen del dinero de las instituciones: "¡Ninguno!, excepto el Price".

El gran reto ante el que se enfrenta el Price es demostrar que puede haber circo todo el año en una ciudad que desde hace décadas ha perdido el hábito, a excepción de la Navidad. "No entramos en la estéril polémica de circo tradicional o contemporáneo; el circo tiene muchas caras y todas son buenas si contienen arte, calidad y modernidad. Si a una programación en esa línea le sumamos la producción de una serie de actividades paralelas como talleres, actividades pedagógicas, exposiciones, congresos... no tardaremos mucho en convertir al Price en el referente nacional para poder jugar en la primera división europea", sostiene Cabal.

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