Gilipolleces
"No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y los poetas malditos", reza un anuncio de la Comunidad de Madrid, ilustrado con la foto de una chica que nos enseña los dientes y parte de las encías en un estallido de felicidad. Lo tiene todo en la vida: los taconazos, los poetas malditos, las juergas nocturnas, los dientes, las encías... Además, es guapa. El anuncio forma parte de una campaña de incitación a la lectura, lo que nos parece bien. Todo lo que se haga por los libros es poco. Pero no entendemos, dado que la campaña se financia con fondos públicos, por qué se privilegian de ese modo los poetas malditos, que además son, por lo general, franceses. ¿Qué habría impedido decir no puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y José María Pereda? Quien dice José María Pereda dice Marcelino Menéndez y Pelayo o Benito Pérez Galdós. No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y Benito Pérez Galdós.
Más posibilidades: No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y Emilia Pardo Bazán. No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y la novela picaresca. No puedo vivir sin salir por ahí, mis taconazos y los autores costumbristas. ¿Son, por cierto, compatibles los taconazos de la joven, su expresión de euforia, su vitalidad y sus juergas nocturnas con el costumbrismo? Aquí es donde se plantea la duda acerca de lo que pretendió transmitir el anunciante. ¿Quiso decir que si a usted le gustan los taconazos y salir por ahí a emborracharse, a drogarse o a ligar es usted el lector natural de los poetas malditos? En ese caso, quizá la campaña continúe en el futuro con un señor en batín y zapatillas de cuadros asegurando que no puede vivir sin su mesa camilla y Pío Baroja.
Conviene esperar, pues, a que la operación comercial termine antes de criticarla. Pero, por si no estuviera cerrada del todo, nos atrevemos a lanzar algunas ideas: No puedo vivir sin mi Almax para el ardor de estómago y Unamuno. No puedo vivir sin mi broncodilatador para el asma y Azorín. No puedo vivir sin mi faja de péndulo para la hernia inguinal y Jean Paul Sartre. Es muy dudoso que estos lemas sirvan para que la gente lea más, pero redondearán la gilipollez de la Comunidad de Madrid, que se ha quedado coja.
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