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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

José Watanabe, poeta

Escritor peruano de origen japonés, fue guionista de 'La ciudad y los perros'

Javier Rodríguez Marcos

"Sé que es imposible explicar por qué un poeta escribe como escribe, pero estoy convencido de que el fraseo poético nace de nuestro modo de ser, no de los estilos literarios". José Watanabe anotó estas palabras en una suerte de poética personal a la que tituló, no por casualidad, Elogio del refrenamiento. Precisamente, ése es el título de la antología con que la editorial Renacimiento lo presentó en 2003 a los lectores españoles. Cuando hablaba de "modo de ser", Watanabe, en el fondo, estaba hablando de la herencia que recibió de sus progenitores. Una herencia que consistía en una palabra: contención. Su padre, un japonés emigrado a Perú en 1916, conoció a su madre cuando ambos trabajaban como braceros en una azucarera. Si él aprendió la dignidad ante las situaciones límite de los códigos de honor orientales, ella nació con la templanza de los campesinos: "La olla de barro se hace más dura al fuego", solía decir. No es de extrañar que la escritura de su hijo fuera directa y seca, esencial, sin adornos.

Un golpe de suerte cambió el destino de los Watanabe. Al padre le tocó la lotería y la familia se trasladó a Trujillo, la capital económica de la costa norte. José frecuentó allí la escuela de Bellas Artes. Más tarde trabajaría en televisión y como guionista de cine. Suya es la adaptación que Francisco Lombardi hizo en 1985 de La ciudad y los perros, la primera novela de Mario Vargas Llosa. También fue escenógrafo, un oficio que nunca encontró muy alejado del de poeta: "Hacer una escenografía", decía, "es como escribir un poema, pero con cosas".

Miembro de la generación peruana de los setenta y del colectivo contestatario Hora Zero, José Watanabe tardó 18 años entre su primer libro -Álbum de familia (1971)- y el segundo, El huso de la palabra. A ellos siguieron títulos como Historia natural, Cosas del cuerpo y Habitó entre nosotros, una curiosa recreación poética de la vida de Jesucristo. En España, Pre-Textos ha publicado sus dos últimos poemarios, La piedra alada y, hace apenas unos meses, Banderas detrás de la niebla. Este último es un libro marcado por la enfermedad y la muerte: "Este cadáver le falta alegría", dice del de su madre. No es un tema nuevo. Uno de sus poemas más populares se titula Sala de disección. Fiel a la enseñanza de sus mayores, Watanabe nunca cayó en el patetismo. La mano derecha de su poesía contiene toda la serenidad del haiku: "Tú mira la piedra y aprende: ella, / con humildad y discreción, / en la luz flotante de la tarde, / representa / una montaña". La mano izquierda, una corporeidad visceral capaz de sacar poesía de una radiografía de pulmón o de las propias heces. Esa originalísima dimensión doble hizo de él uno de los poetas de referencia en América Latina. Ahora acaba de morir en Lima. Tenía cáncer de esófago. En su último libro hay un poema de apenas tres versos: "¿Me dejará la muerte / gritar / como ahora?". Su título es Orgasmo.-

José Watanabe.
José Watanabe.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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