Fiel presidente islamista

El próximo presidente de Turquía será previsiblemente un proislamista. No Erdogan, el actual jefe del Gobierno y líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), sino su fiel ministro de Exteriores, Abdulá Gul, que optará en los próximos días a la votación parlamentaria. Dada la mayoría que controla el AKP, su elección está garantizada. Gul ya fue primer ministro cuando en 2002 Erdogan no pudo presentarse al Parlamento por cuestiones legales, aunque le cedió el puesto en 2003. El consumado estratega que es Erdogan ha optado así por una solución más pragmática, ante la oposición que su nombre suscitó en la cúpula militar y los laicistas.

El Ejército no estará, sin embargo, contento pues es la primera vez en la República fundada por Ataturk que un islamista, cuya esposa lleva el pañuelo islámico, llega a la presidencia. Gul, como Erdogan, es un moderado que afirma que defenderá la laicidad, la democracia y el Estado de derecho, los tres pilares de la Turquía democrática. Pero tendrá algo más que poderes simbólicos, que se suman a los del AKP en el Gobierno y en el Parlamento. Pocos dudan de una nueva victoria de este partido en las próximas elecciones generales.

Es lamentable que haya habido presión militar para frenar a Erdogan. La democracia aún no está asentada en el país. Es para hacerla avanzar que el AKP se ha convertido en el más europeísta partido turco, mientras los laicos han vuelto la espalda a la UE. No sólo porque ésta no acaba de abrir la puerta a Turquía, sino por temor a perder sus prerrogativas. Aún falta camino para la democracia. Deberá hacerlo de la mano del tándem Erdogan-Gul, una experiencia crucial no sólo para el país, sino para el conjunto del mundo musulmán.