Una red familiar de tráfico de influencias
Con la muerte de Borís Yeltsin, el mandatario ruso, Vladímir Putin, se libera de los compromisos que había adquirido con su antecesor y abre la incógnita sobre el futuro de la extensa familia del primer presidente y, sobre todo, de sus pingües negocios. Porque el clan Yeltsin no tiene nada de pobre. A él pertenece, por ejemplo, el rey del aluminio, Oleg Deripaska, y Valeri Okúlov, el director general de la compañía aérea Aeroflot.
Algunos políticos, como el diputado Alexandr Jinshtein, piensan que la familia tendría que dejar la residencia de Barvija, en los alrededores de Moscú, donde Yeltsin vivió en los últimos años, pero difícilmente Putin dará la orden correspondiente. Lo más probable es que Naína, la fiel esposa del primer presidente ruso, continúe ocupando esa mansión.
La mayor de las hijas, Yelena, es la esposa de Okúlov y forma el núcleo más vulnerable de la familia. En Rusia hay un proceso penal incoado contra el magnate Borís Berezovski por irregularidades financieras de Aeroflot, compañía que hasta finales de los años noventa controlaba el multimillonario que hoy vive exiliado en Londres. Okúlov nunca fue tocado por este escándalo financiero, pero las cosas podrían ahora cambiar y podría, por lo menos, perder su puesto. La pareja tiene tres hijos: Yekaterina, de 28 años; María, de 24, e Iván, de 10.
La otra hija de Yeltsin, Tatiana, es la que más protagonismo político tuvo en época de su padre. También es la que ha tenido una vida sentimental más agitada en la familia. Ha tenido tres maridos, el último Valentín Yumáshev, periodista de profesión que llegó a ser jefe de la Administración de Yeltsin. Es precisamente a través del tercer esposo de Tatiana que Deripaska ingresó en el clan al casarse con la hija de Yumáshev, Polina. Deripaska es aliado del multimillonario Román Abramóvich, que a su vez es amigo de Tatiana.
Valentín y Tatiana son fanáticos del Reino Unido, y algunos años pasan más tiempo en ese país que en Rusia. Las malas lenguas dicen que Tatiana es una de las mujeres más ricas de Europa, pero no hay pruebas que lo demuestren. Además de pasar largas temporadas en el extranjero, le encanta ir de compras, especialmente, según el diario Moskovski Komsomolets, a una famosa tienda de brillantes. Tatiana tiene tres hijos, uno por cada marido. El primogénito tomó el nombre y el apellido de su abuelo; pero no sólo es famoso por llamarse Borís Yeltsin, sino también por su amor a discotecas y autos.
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