Abril en la cárcel
Los presos de Sevilla II celebran la Feria con caseta y 'rebujito'
"Ya se han bebido dos barriles de cerveza", dice el subdirector de actividades del penal, a quién los internos llaman don Fernando. La cerveza es sin alcohol, y el rebujito, rebajado. Aún así, los reclusos celebraron ayer la Feria de Abril. Por tandas, los 1.800 presos se acercarán a la caseta Los inocentes, que han fabricado los alumnos del taller de carpintería metálica.
La vida en la cárcel se asemeja a la de una pequeña ciudad. Los presos participan en todo tipo de talleres, para reducir su condena y para estar entretenidos. Antonio tiene 71 años, lleva 28 meses entre rejas y ahora es uno de los mejores alumnos del taller de peluquería. Eso asegura María Gil, la monitora, que muestra los moños y peinados que lucen las presas: "Todas han pasado por la peluquería".
Los complementos en el pelo son las flores que han cortado del jardín, cultivadas por los quince alumnos del curso de vivero. Ahora se centran en la producción de plantas. No usan fertilizantes, todo es ecológico y tienen su propia huerta con la que abastecen a la cocina de hortalizas. Quizá con ellas también acompañen los dos venados que la pastoral penitenciaria les ha regalado con motivo de la fiesta. Los trajes de gitana, de momento, no los hacen ellos. Jesús participa en el taller de corte y confección. "Aún estamos aprendiendo a hacer patrones", pero sí enseña ya sus pantalones que él mismo ha acortado y cosido.
A las dos horas, se acaba la fiesta. Hay que dejar el patio y volver a la unidad en la que cumplen condena. Los presos que esperan dentro miran el jolgorio que irrumpe por el pasillo y una interna ríe: "¡Esto es una ciudad de vacaciones!".
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