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Dinamarca y Reino Unido lideran la técnica, nacida en 1991

J. A. Aunión

Dinamarca fue el primer país en todo el mundo en construir centrales eólicas en el mar. Aquella primera instalación se colocó en 1991 en el mar Báltico y contaba con 11 aerogeneradores. Desde entonces, aunque Dinamarca aún concentra más de la mitad de la producción mundial de la energía que se genera en los parques eólicos marinos, éstos se han ido reproduciendo por el mundo, principalmente en Europa. Holanda (dos parques), Suecia (tres), Reino Unido (cinco), Irlanda (uno), Alemania (dos) y Japón (uno) son los otros países que cuentan ya con este tipo de infraestructuras, según una recopilación efectuada por el Centro Nacional de Energías Renovables (Cener).

La mayoría de estos parques está en zonas poco profundas, alejados de la costa un mínimo de dos kilómetros -generalmente unos cinco- y alejados también de rutas marinas, zonas militares y de rutas de migraciones de aves o de interés natural.

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El parque más grande, situado en Horns Rev (Dinamarca), cuenta con más de 80 aerogeneradores y una potencia instalada de 160 megawatios El objetivo de las autoridades danesas es alcanzar los 6.500 megawatios instalados en 2030.

En toda Europa sería posible la instalación antes de 2010 de 11 gigawatios, además de otros 59 más hasta el año 2020. La mayor parte de los proyectos a corto plazo están previstos en Alemania y Reino Unido, y buena parte ellos se van a realizar en aguas profundas, según el Cener.

En Holanda, donde alrededor del 70% de la energía eléctrica que se produce procede de centrales eólicas, están previstos dos proyectos de parques marinos en el Ijsselmeer, el mar interior situado en el centro del país, informa Isabel Ferrer.

Ventajas sobre la tierra

Tres son las principales ventajas que los expertos destacan en la energía eólica marina sobre su hermana terrestre. La primera es que la velocidad del viento es mayor y más constante que en tierra, con lo que se incrementa en gran medida la generación de electricidad. Además, al tratarse de viento normalmente menos turbulento, los aerogeneradores pueden tener una vida útil mayor. Por último, al estar en zonas en las que el viento no encuentra obstáculos, es decir, desniveles, su velocidad no es mayor cuanto más alto se coloque el aerogenerador, por lo que se pueden utilizar máquinas más bajas.

Entre los inconvenientes, se pueden señalar sus grandes costes: pueden llegar a suponer una inversión inicial de más del doble que una instalación terrestre. Además, el mantenimiento es más costoso y la corrosión del mar es muy dañina. Hay críticas por la degradación del paisaje y porque puede repercutir negativamente en el turismo. Además, los pescadores temen sus posibles efectos adversos en la pesca y los ecologistas en las aves migratorias, que pueden resultar muertas por las aspas de los molinos.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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