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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Batasuna disfrazada?

La batalla de la izquierda abertzale por estar presente en las elecciones del próximo mes de mayo podría haber empezado con la designación de representantes en las Juntas Electorales del País Vasco por parte de Acción Nacionalista Vasca. Hasta ahora, se había presenciado lo que a todas luces parecían escaramuzas tácticas, como la presentación de una nueva marca electoral por parte de la ilegalizada Batasuna y el intento de promover agrupaciones de electores que, de manera ostentosa, exhibían su conexión con el brazo político de ETA. El Ministerio del Interior y el fiscal general han respondido con contundencia a estos dos intentos de sortear la Ley de Partidos, demasiado evidentes como para pensar que detrás no había una estrategia. En el caso de ANV, se trata de una formación inscrita en 1977, que se unió a Herri Batasuna al año siguiente y que sólo ha concurrido a unas elecciones, aunque su denominación coincida con la de un grupo que en 1930 se escindió del PNV.

El Gobierno y el fiscal general del Estado están obligados a extremar las precauciones para que la Ley de Partidos sea escrupulosamente respetada. Es necesario que se investiguen todos los indicios y se despejen todas las dudas acerca de si ANV es o no una continuación de Batasuna o, en su caso, guarda algún tipo de relación con esta fuerza que pueda ser causa de ilegalización. En contrapartida, el Partido Popular debería evitar lo que se ha convertido en uno de los ejes de su estrategia política durante esta legislatura: mostrar escándalo por decisiones que no se han producido, exigir acciones al Gobierno que éste ya había puesto en marcha y confundir los ámbitos de responsabilidad entre los poderes Ejecutivo y Judicial. El contexto que rodea la presentación de ANV es lo bastante complejo como para añadir una presión adicional sobre las instituciones que deben resolver sobre el asunto, tomando como base el imperio de la ley.

No se puede obviar la circunstancia de que, por su propia trayectoria, AVN despierta legítimas sospechas acerca de su posible vinculación con Batasuna, a las que se ha unido la decisión del Partido Comunista de las Tierras Vascas de no presentar candidatos el próximo mes de mayo, como si pretendiese despejar el camino a esta formación repentinamente regresada del limbo. Si, de acuerdo con sus propias palabras, Otegi y el resto de la dirección de la izquierda abertzale no tienen nada que ver con AVN, entonces tampoco pueden subrogarse en la condena de la violencia que se incluye en los estatutos de este grupo. Para hacer política legalmente, a ellos seguiría faltándoles este requisito. Salvo que hubiesen decidido presentarse a las elecciones disfrazados, en contra de sus declaraciones desafiantes de las últimas semanas.

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