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El G 7 insiste en la liberalización comercial para lograr el crecimiento económico

Los países ricos temen que, de lo contrario, aumenten el proteccionismo y la inestabilidad

Las negociaciones para la liberalización de los intercambios comerciales mundiales entran en una fase crítica. Por este motivo, los ministros de Finanzas y gobernadores centrales de las siete mayores potencias del planeta (G 7) -EE UU, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón- consideran "imperativo" que se logre una conclusión exitosa de la Ronda de Doha. El fracaso, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), podría potenciar el proteccionismo y elevar los riesgos de inestabilidad económica. También quieren que la divisa china fluctúe con libertad.

"La liberalización comercial es esencial para el crecimiento económico de todos los países y un catalizador clave para la reducción de la pobreza", dijo ayer el secretario del Tesoro de EE UU, Henry Paulson, en la apertura de la cumbre del FMI. También precisó que los compromisos que se alcancen en las negociaciones de la Ronda de Doha deben garantizar un "acceso real de mercado" en la agricultura, industria, servicios y sector financiero. Rodrigo Rato, director gerente del FMI, insistió a su vez en los beneficios de la reforma comercial.

Sin embargo, ni los países industrializados ni las economías emergentes profesan con el ejemplo. Los intereses nacionales se imponen claramente a los del conjunto. Y el Banco Mundial ha rebajado los beneficios del acuerdo comercial a 96.000 millones de dólares anuales, muy lejos de los 800.000 millones que proyectó cuando arrancó la ronda.

Rato cree que las diferencias entre los países sobre la reforma "no son imposibles de superar", mientras el Tesoro estadounidense insiste en que se debe "contar mejor la historia de los beneficios del libre comercio". Pero el tiempo acecha, porque la Administración de EE UU tiene hasta junio para cerrar un acuerdo en la OMC, ya que ese mes termina el mandato del Congreso para esta negociación.

El comisario europeo de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, alertó del riesgo de que se potencie el sentimiento proteccionista si fracasa la negociación. El G7 se comprometió, en el comunicado final, a "resistir" cualquier tentación de caminar por este sendero. El principal quebradero de cabeza para EE UU es China por la rigidez del yuan. Las siete potencias industriales consideran que el valor de las divisas debe reflejar los fundamentos económicos de sus países; de lo contrario, podría haber "un exceso de volatilidad y movimientos desordenados en los tipos de cambio, que son indeseables para el crecimiento económico". Rato insistió en que si el yuan fluctuara, el principal beneficiado sería Pekín porque podría subir tipos de interés y enfriar la economía. Almunia considera que el valor actual del euro no es un problema para las economías de la Unión Europea.

Por otro lado, el secretario del Tesoro de EE UU, Henry Paulson, expresó su apoyo al presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, inmerso en un escándalo por favorecer a su novia con un elevado sueldo. Paulson dijo tener a Wolfowitz en alta consideración.

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