Los agricultores y ganaderos de Córdoba celebran su día del 'orgullo rural'
Unos 600 campesinos piden reconocimiento social para el sector en una marcha callejera
Unos 600 agricultores y ganaderos de la provincia de Córdoba celebraron ayer el primer día del "orgullo rural". La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) organizó este día de reivindicación para intentar que los campesinos salgan del armario de la marginación y la falta de reconocimiento social. Y lo hicieron en caravana por las calles de la capital cordobesa. Entre los problemas de los campesinos está la falta de autoestima, los bajos precios y que los jóvenes no quieren trabajar ya la tierra, por lo que el campo tiene un futuro muy incierto.
Manuel Morales, olivarero, describió ayer su orgullo en voz alta: "Soy agricultor por corazón... A nosotros poco nos pesa tener la camisa sudada y las manos llenas de cayos". Manuel es hijo de campesino y, cuando levantaba sólo unos palmos del suelo, su padre le dijo: "Tú estudia lo que sea pero no acabes en el campo". Y estudió Magisterio. Pero, en sus ratos libres, acompañaba a su progenitor al trabajo. "La droga del campo se me metió dentro, acabé la carrera pero terminé de agricultor".
"Nos falta un poco de chulería, somos demasiado humildes", le dijo Manuel ayer a sus 600 compañeros del agro. Este olivarero fue uno de los participantes del primer día del orgullo rural de Córdoba, que se celebró en la Diputación. "Nuestra profesión es tan digna como otra cualquiera", proclamó José Luis Gutiérrez, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de Córdoba.
Sobre las diez y media de la mañana los campesinos tomaron las calles de Córdoba. Con sus tractores, sus todoterreno y algunos autobuses recorrieron la ciudad en caravana hasta la Diputación. Luego, un desayuno molinero, actuaciones de cante y folclore y algunos discursos de las autoridades que quisieron acompañarles. Entre ellas, la ministra de Cultura, Carmen Calvo. "Soy de pueblo" dijo henchida la ministra natural de Cabra (Córdoba).
De pueblo también es Justo Aceituno, manigero de 50 años de Doña Mencía. Su padre también era capataz en un olivar. La piel tostada y las manos trabajadas le delatan. Toda su vida ha sido olivarero, salvo unos años en los que tuvo que emigrar a Suiza a trabajar en la construcción. "Hoy ya quedan muy pocos jóvenes en el campo, es muy duro y se cobra muy poco". Justo tiene dos hijos. La mayor termina Empresariales. Al pequeño, de nueve años, Justo le va a recomendar que, si puede, también estudie y no siga sus pasos.
Uno de los problemas más importantes del campo andaluz y español es la despoblación. Los jóvenes se marchan a las ciudades y buscan trabajo en la construcción o la hostelería. "En 1986, alrededor del 25% de la población de Andalucía trabajaba en el campo; en 2007, sólo llega al 8%", detalló José Luis Gutiérrez de la UPA. Sin embargo, alrededor de un 40% de la población de la región vive en pequeños municipios. "Ya no tienen que perderse más activos, el medio rural tiene que estar vivo y los agricultores somos fundamentales", sostuvo Gutiérrez. De una forma más poética lo explicó Manuel Morales: "Sin nuestro trabajo los pueblos se quedarán desiertos (...) Cuando nuestros campos están tristes nuestros pueblos también están tristes".
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