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Gordon Brown y Europa

En junio de este año, Tony Blair dejará de ser líder del Partido Laborista y primer ministro del Reino Unido. Todavía no se conoce su sucesor, pero el favorito por abrumadora mayoría es Gordon Brown, actual ministro de Finanzas. Si resulta elegido, le quedan casi tres años en el poder antes de tener que enfrentarse a las próximas elecciones nacionales. ¿Qué clase de líder será, y cuál puede ser su actitud hacia la Unión Europea?

En el plano interno, Brown mantendrá muchas de las políticas que han contribuido a la buena marcha de la economía británica en los últimos años. Después de todo, como ministro de Finanzas -que goza de una peculiar influencia- es el artífice de la mayoría de ellas. A partir de 1997, en que el laborismo llegó por primera vez al poder, el Reino Unido disfrutó de un período ininterrumpido de crecimiento económico, y ha superado a Alemania y Francia en PIB per cápita. La clave de este éxito ha sido la creación de empleo. El Reino Unido tiene una tasa de ocupación de casi el 75%, mientras que Francia tiene el 64% y Alemania el 65%. La intención del Gobierno británico es alcanzar a corto plazo el 80% de población ocupada, una meta perfectamente factible.

Estos logros han ido paralelos con la introducción de un salario mínimo, que se ha incrementado coherentemente. Se han invertido miles de millones de libras en la modernización de los chirriantes servicios públicos y en infraestructuras. Dieciocho años de thatcherismo hicieron del Reino Unido una de las sociedades con mayores desigualdades de Europa y altos niveles de pobreza, especialmente infantil. A partir de 1997, los laboristas han conseguido en parte revertir esta tendencia, al sacar de la pobreza a unos tres millones de personas, 600.000 de las cuales eran niños.

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En el plano europeo, Brown se empleará a fondo para culminar el Mercado Único y luchará contra el papel de los campeones nacionales de la industria, pues cree firmemente en la libertad de mercado. ¿Pero cuál será a grandes rasgos su actitud hacia la Unión Europea? Tony Blair se definió como un proeuropeo apasionado, pero falló en acercar al Reino Unido a la corriente dominante en Europa, o en modificar las actitudes de los euroescépticos tan preponderantes en su país. ¿Le irá mejor a Brown?

Gordon Brown ha hecho algo que no hizo Blair: ha publicado en 2005 un folleto sobre la Unión Europea, titulado Global Europe. A decir de Brown, la atención de la UE se ha centrado en el interior en lugar de dirigirse hacia el exterior. La Unión Europea debe "abrirse al resto del mundo", mejorar su especialización, su tecnología, su educación y conseguir una mayor flexibilidad en el ámbito laboral, y en los mercados de capitales y de productos. Una de las cosas raras del trabajo es que está escrito casi como si nadie hubiera reflexionado antes sobre esos asuntos, pero, de hecho, la mayoría de las ideas que sugiere Brown están recogidas en la Agenda de Lisboa. En su alocución de 2005 al Parlamento Europeo, Blair se refirió a ello de manera más sucinta. Lo que tenemos que hacer, dijo, es sencillo: aplicar esa agenda.

El folleto de Brown fue recibido con críticas en otros países de la UE. En Francia, por ejemplo, Zaki Laidi, destacado comentarista político, escribió que "según Gordon Brown la existencia de la Unión no tiene sentido". La fórmula económica de Brown, destacó Laidi, podría aplicarla cada país independientemente de que la UE existiera o no.

Está muy extendida la creencia de que Brown es más escéptico sobre la Unión Europea que Blair. En el caso de que se convierta en líder, ¿debemos abandonar toda esperanza los que consideramos que la UE es esencial para Gran Bretaña? No lo creo. Estar fuera del euro ya no es el impedimento que fue en el pasado a que haya una voz británica en una Europa cuyas élites han tenido que aceptar que la moneda única es sólo un éxito parcial. No ha ayudado a generar el retorno al crecimiento que esperaban sus proponentes.

Creo que Brown podría ser una figura de relieve entre la "nueva generación" de líderes europeos, como consecuencia de la desaparición de Chirac y de la Vieja Guardia. La UE está por el momento en una zona de calma, pero hay una manera clara de que pueda recuperar su legitimidad. Tiene que ofrecer lo que yo llamaría un "plus de soberanía" a sus Estados miembros. En un mundo globalizado, la mayoría de los problemas a los que debemos enfrentarnos -calentamiento global, seguridad energética, delincuencia internacional, migraciones y muchos otros- no pueden abordarlos los países individualmente. Dentro de la UE, un país tiene más soberanía -más oportunidades de influir en su propio destino- que si estuviera fuera de ella. En un discurso acerca del cambio climático pronunciado recientemente, Brown aceptó explícitamente este punto de vista.

Si va a conceder ese plus de soberanía, la UE debe tener un proyecto político y no sólo económico. ¿Pero qué clase de proyecto político? Aquí tiene Brown una gran oportunidad. El "federalismo", en el sentido peculiar que se le da al término cuando se abordan los asuntos europeos, está muerto. No hay ninguna posibilidad de que Europa llegue a ser un super-Estado. Sin embargo, es, y tiene que serlo, mucho más que una especie de ONU regional, un conjunto desligado de naciones formalmente independientes.

Es notoria la relación amistosa de Brown con Angela Merkel. Durante el período de transición en Francia, ambos deberían tratar de llegar a un acuerdo sobre su visión del futuro de Europa. Es probable que Brown acepte una mini-Constitución que podría adoptarse sin que fueran necesarios los referendos. Sin embargo, todo el debate sobre la Constitución (desde mi punto de vista) es en gran medida un espectáculo secundario. Lo que necesita la UE en este momento es un sentido renovado de misión, un nuevo análisis razonado relativo a los asuntos globales que mencioné más arriba. Una corta declaración de misión firmada por los dos líderes tendría repercusión, sin duda, en toda Europa.

Anthony Giddens es sociólogo británico, autor de La tercera vía: la renovación de la socialdemocracia. Traducido por Emilio G. Muñiz.

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