La ciudad que piden las mujeres

Una mañana cualquiera de abril. María sale de su casa con la niña en el carrito. La lleva a la escuela infantil -por la que paga 100 euros al mes- antes de ir a la oficina. Pasea por la calle flanqueada por plátanos de sombra. Se oyen los gritos y las risas de los niños que juegan en la plaza, a 20 metros de su portal. Ni un sólo pitido de claxon, ni un coche a la vista. Huele a pan recién hecho en la panadería de la esquina. Al lado, el frutero le saluda y le recuerda que ya tiene su pedido listo. "Lo recogerá la abuela", le responde María. Siempre hacen la compra cerca de casa.

La abuela ha ido a la biblioteca a pasar la mañana con otras vecinas, pero ya está avisada de que hoy le toca hacer los recados. La mujer, de 70 años, pasea tranquila de día y de noche, porque el Ayuntamiento ha eliminado las zonas oscuras, los pasadizos lúgubres en los que ella agarraba el bolso y pasaba con miedo.

María es una mujer imaginaria. La ciudad en la que vive también, de momento. Es una reconstrucción elaborada con algunas de las propuestas del Consejo de Mujeres del Municipio de Madrid -integrado por 32 asociaciones-, que ayer presentó Diez pasos para hacer de Madrid una ciudad más igualitaria.

El informe carece de grandes infraestructuras, inversiones astronómicas o chorreo de cifras. Propone un camino con pequeños detalles. Se vive mejor, por ejemplo, en un lugar donde los niños puedan ir al colegio caminando, con autobuses que permitan subir el carrito de la compra o del bebé sin convertir el paseo en una carrera de obstáculos.

"Queremos que la vida cotidiana entre en el debate a la hora de hacer ciudad porque no hay un ciudadano modelo, una especie de madelman que represente a todos, la vida es mucho más compleja", explica Marta Román, geógrafa urbanista. Ella, que ha participado en el proyecto iniciado en 2003, define el documento como "una especie de cocido". Un gran potaje con experiencias de mujeres de distintas edades y orígenes a las que le preocupan sus hijos, sus padres, su calidad de vida, su día a día. El Consejo quiere presentar el estudio a todos los partidos políticos con representación municipal para que las incluyan en sus programas electorales.

Durante cuatro años, a través de talleres, han estudiado las propuestas de las 32 asociaciones madrileñas y también las preocupaciones cotidianas de vecinas de Madrid, Valladolid y Granada. Ellas incidieron, entre otros temas, en las personas dependientes, "de quienes se ocupan fundamentalmente las mujeres", recuerda el documento. Por eso solicitan más escuelas infantiles públicas para niños de 0 a 3 años, centros de día para mayores dentro de su entorno y ludotecas.

También piden más viviendas públicas para situaciones de urgencia, como las que viven mujeres que han sido víctimas de violencia machista o los inmigrantes recién llegados a la ciudad. Y reclaman que se les dé más voz con un Consejo de la Mujer en cada distrito, con nombres de mujeres en las calles, plazas y bibliotecas de Madrid, con una Concejalía de la Mujer que escuche sus propuestas.

Construir y crecer con ojos de mujer, aunque suene a utopía, una palabra que Román detesta. "No hay nada imposible en este proyecto, es al revés, si no lo hacemos realidad la ciudad se convertirá en algo insostenible". Román alerta de lo que le está ocurriendo en el nuevo Madrid, el que crece en terrenos invadidos por torres inmensas a las que se llega por autovías plagadas de coches. Un Madrid sin ojos de mujer, "todo lo contrario" de lo que ellas quieren.