Hechizados por Dudamel
Un venezolano de 26 años, nuevo director de la Filarmónica de Los Ángeles
No es difícil adivinar lo que tiene Gustavo Dudamel. Cuando todas las batutas consagradas apuntan a una dirección, no suelen equivocarse. Lo que tiene este venezolano de 26 años que acaba de ser nombrado director de la Filarmónica de Los Ángeles a partir del año 2009 es algo que escasea en muchos podios pero que resulta fundamental para su trabajo como director de orquesta: carisma.
Empezó a dirigir a los 12 años y con 18 era responsable de la Joven Orquesta Simón Bolívar
Y ésa es justo la virtud con la que deben contar los grandes. Claudio Abbado y Simon Rattle, los dos últimos responsables titulares de la Filarmónica de Berlín, sin duda la mejor del mundo, lo saben y lo vieron en él. Por eso se han encargado de tutelarle bien desde hace algunos años. Pero también lo han visto en este muchacho otros popes de la música actual como Zubin Mehta o Daniel Barenboim, que han percibido en Dudamel la llama y la guía que debe atraer nuevos públicos para el siglo XXI.
Hasta esta semana este joven de rizo caribeño, sonrisa permanente y entusiasmo tropical era un producto atípico en el mundo de la música clásica. No nació en la fría centroeuropa, ni en Italia, ni en Rusia, sino en Barquisimeto en 1981 y se había formado en los brazos de José Antonio Abreu, un profeta latinoamericano de la música que comenzó con una fundación de ayuda a la marginación en 1975 con 11 chavales desahuciados en un garaje. Fue en un país, Venezuela, donde ni por asomo pensaba nadie que pudieran estar bebiendo biberones las estrellas futuras de la dirección orquestal.
Abreu se había propuesto sacar a varios niños de la calle y librarlos de un destino fúnebre y carcelario entregados al crimen o la prostitución a base de formación musical. Hoy, muchos de ellos están en las mejores orquestas del mundo y Rattle y Abbado, entre otros, se dedican personalmente a enseñarles música. "No sé a cuántos niños habrá librado Abreu de caer en la miseria y en el crimen, a miles", ha comentado hace poco a este periódico Rattle.
El modelo de Abreu no ha tardado en pasar a la cuenta de resultados positiva de la época de Hugo Chávez, que no duda en utilizarlo como puede y por donde puede. Por eso extraña que Dudamel haya pasado de una formación como la Orquesta Joven Nacional de Venezuela -de la que se hizo cargo a los 18 años y que actuó en España el pasado diciembre- a otra como la de Los Ángeles. Este jovencísimo talento es la estrella indiscutible de ese sistema que muchos países han adaptado para sus planes musicales y comenzó a dirigir a los 12. En 2004 llamó la atención de muchos en Alemania cuando ganó el Concurso Gustav Mahler en Bamberg. Eso le abrió las puertas de Europa, donde debutó un año después en los Proms de Londres y fue penetrando con su orquesta en varios auditorios.
Ni que decir tiene que un sello como Deutsche Grammophon le fichó el año pasado y que ya ha grabado su primer disco con dos versiones enérgicas e impactantes de la Quinta y Séptima sinfonías de Beethoven. Su trayectoria ha hecho también sacar los talonarios a las poderosas orquestas de Estados Unidos, donde no sólo Los Ángeles quería contar con sus servicios. También suspiraban por él en Chicago, donde, según cuenta Los Angeles Times, Dudamel actuó la semana pasada y los críticos apostaron públicamente por que se le fichara.
Pero ha sido la ciudad californiana la que se ha llevado el gato al agua. Allí sustituirá a una de las batutas más notables de la anterior generación, la de Esa-Pekka Salonen, que se había empeñado en que Dudamel le sustituyera en un puesto que el director finlandés ha ocupado 15 años y que abandona porque quiere más tiempo para componer.
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