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Columna
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Lo llaman documental

Tomàs Delclós

Un lugar donde su presidente se llama José, de acuerdo con la biografía oficial que cuelga de las páginas de la Generalitat en Internet, resulta que, según Telemadrid, persigue la onomástica en castellano. Sus redactores han visto un país donde el catalán se ha "apoderado" de los comercios, las calles y la judicatura, algo que ninguna estadística de usos lingüísticos había detectado hasta el momento.

Una dama italiana, residente incómoda en Cataluña, formula muy precisamente el motivo de su incomodidad: en España hay muchas Españas. No lo entiende y le molesta. Como también molesta a los autores del reportaje. Algunas políticas que les escandalizan en Cataluña son hermanas de otras que aplica el Estado sin que haya escándalo. La obsesión irresuelta de la Generalitat por introducir cuotas de pantalla no es un invento autonómico. Es comprensible discutir las cuotas imperativas, pero entonces los redactores del programa tendrían que haber estado en contra de todas, de las que les gustan y de las que no.

Testimonios escogidos

El problema, grave, del reportaje no es que refleje posiciones discrepantes o conflictos puntuales, los hay, sino que eleve algunos episodios o expresiones de independentistas, sabiamente escogidas para alimentar la antipatía y no porque sean altamente representativas, a la categoría de un genocidio planificado, a una enemistad entre ciudadanos.

Proclamar la unidad de la lengua catalana, cosa que ha hecho la docta romanística de la Real Academia de la Lengua Española, es una "revancha nacionalista" cuando se hace en una pancarta en el Camp Nou. Seguramente un césped dedicado al balompié no es el espacio más sensato para una proclama lingüística, pero más fatigante resulta ir discutiendo evidencias por las esquinas.

El vídeo del programa está colgado, en cuatro trozos, en Youtube. Hay colgadas varias copias por parte de distintos internautas. Unos las han puesto en la categoría de News&Politics y otros, en la de Comedy. Hay quien lo cuelga porque le gusta y quien lo pone como ejemplo, y así lo etiqueta, de catalanofobia. Vale la pena leer los comentarios, los que todavía siguen ahí, de los internautas que lo han visto. Hay quien aplaude y quien silba, pero luego están los perplejos de que se puedan contar las cosas de esta manera. Entre ellos, madrileños residentes en Cataluña.

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Telemadrid ha dado el salto de criticar determinadas políticas lingüísticas de la Generalitat que a ellos les parecen feroces y a otros insuficientes, a pintar mentirosamente un país invivible, áspero.

En fin, hasta la réplica resulta fatigante. El presentador del programa Ciudadanos de segunda, producido por El Mundo TV, cometió la imprudencia de llamar "documental" a una expedición de castigo.

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