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Juicio por el mayor atentado en España

Los terroristas de Leganés respondieron con disparos, insultos y cánticos a los geos

Los agentes hablaron durante cuatro minutos con los islamistas antes de que se suicidaran

"Sí, yo fui quien habló con los que estaban dentro". Uno de los miembros del GEO que resultó herido grave tras el suicidio de siete supuestos autores del 11-M en Leganés recordó ayer los cuatro minutos de conversación entrecortada y violenta que mantuvo con ellos antes de que, sobre las 21.00 del 3 de abril, todo saltara por los aires. Cada vez que les ordenaba salir, los islamistas les insultaban, les respondían "con negativas cortas y tajantes" o les disparaban desde el fondo del pasillo. Tres minutos y medio después de que los policías volaran la puerta, tiraron dentro de la casa una cápsula de gas lacrimógeno. Entonces, "las voces se unificaron en un cántico en árabe y se produjo la explosión". 14 geos quedaron malheridos. Uno murió.

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Los tres agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) que comparecieron ayer en el juicio del 11-M fueron, con el asesinado Francisco Javier Torronteras, quienes estuvieron en primera línea en el asedio de la vivienda. Nunca pretendieron entrar. "Nuestro objetivo era que se entregaran", declaró el primero de ellos, que pidió a los letrados que le hablaran alto y claro. La explosión le ha dejado una sordera entre las secuelas.

Lo primero que hicieron fue volar la puerta. Quien se encargó de ello relató que colocaron "menos de 100 gramos de explosivo en la puerta", tiraron un cable hasta la calle y la echaron abajo. La volaron a pesar de que tenían informaciones que apuntaban que los moradores que gritaban en español y árabe y disparaban podían haber acumulado explosivos en la entrada. "Volar la puerta era la opción menos mala".

El tercer declarante fue el encargado de subir rápidamente al primer piso del número 40 de la calle Martín Gaite, con el humo y el polvo en suspensión, para asegurar la posición, impedir la huida de los terroristas y permitir el despliegue de sus compañeros.

Todos tomaron posiciones. Torronteras estaba en primera línea con un escudo. El primer declarante pudo ver el interior. "Vimos el pasillo, las puertas de algunas habitaciones, pero no los que estaban dentro. Nos habían dicho que había dentro en torno a cinco personas". Empezó la conversación. "Quien habló fui yo... Le dijimos cuatro veces que se entregaran y las cuatro veces nos contestaron en español con voces y tiros. Les dije que depusieran su actitud, que estaban rodeados, que todo se podía arreglar mejor de otra manera... 'Entrad mamones', decían". Cuando no respondían con gritos, en árabe y castellano, disparaban a los agentes. "Nosotros no hicimos ningún disparo".

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Gritos exaltados

El policía que voló la puerta oyó que desde dentro les gritaba "gente muy exaltada, gente que no iba a obedecer lo que les decíamos y que nos respondía que no iban a salir, que entrásemos nosotros". Pero la orden era no entrar. Los policías lanzaron entonces el gas. Hubo un silencio. No habían pasado ni 30 segundos cuando "se oyó el cántico" y la gran explosión. "De pronto me vi estampado en un sitio", dijo uno. Los otros dos quedaron inconscientes.

Las declaraciones de los geos machacan una de las más estrambóticas teorías de la conspiración según la cual los islamistas ya estaban muertos cuando llegó la policía, y que habrían sido llevados congelados al piso para luego hacerlos saltar por los aires y crear una prueba falsa. Aunque parezca increíble, en el juicio se han planteado preguntas en esta dirección e incluso poniendo en solfa la actuación de los geos. Ayer, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, tuvo que parar un interrogatorio. "Aquí no estamos juzgando la actuación del GEO, estamos juzgando otra cosa", espetó.

La jornada también rompió otras dos de las falsedades insistentemente repetidas por los conspiranóicos: que la furgoneta Renault Kangoo estaba vacía cuando se encontró, pero que luego los Tedax la escondieron en la central policial de Canillas y la llenaron de cosas, sobre todo de una cinta en árabe y una bolsa de detonadores, y luego se la dieron a la Comisaría General de Policía Científica ya convenientemente falsificada.

Dos agentes de esta unidad declararon que la furgoneta fue recogida por dos de sus subordinados, a la puerta de la central de Canillas y que comenzaron inmediatamente la inspección. La entrada fue entre las 14.30 y las 15.00, pero no se registró. "No sé si fue por las circunstancias del día", dijo uno de ellos. La actividad policial, con 192 muertos, era febril.

Los dos encargados fueron los que vieron la cinta y llamaron a sus jefes, que volvieron inspeccionar el furgón. "Estaba lleno de objetos cotidianos, prendas textiles, mantas, bolsas de plástico, tarjetones comerciales sin ningún tipo de interés. Lo de interés fueron la cinta y los detonadores". "Yo fui quien cogió de debajo del asiento la bolsa que tenía los detonadores. Al abrirla, mandé salir a todos y avisé al Tedax".

La segunda, que los Tedax lavaron las muestras de las explosiones con acetona para que se perdieran algunos de los componentes y camuflar el explosivo. El agente de los Tedax con carné 35.690 que recogió vestigios en la calle Téllez desmontó las sospechas. Dijo que no lavaban las muestras sino que usaban acetona o agua para recogerlas. "Es fácil", dijo. "Como no me puedo llevar el vagón, donde ha habido una explosión, hay humo o está quemado, para poder obtener la muestra lo que hago es pasarlo con agua o con acetona. Luego en las bolsas se pone: prueba con agua o prueba con acetona", concluyó.

La fiscal Olga Sánchez, durante la sesión de ayer.
La fiscal Olga Sánchez, durante la sesión de ayer.EFE / TVE

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