Los ayuntamientos catalanes empadronaron el año pasado la mitad de inmigrantes que en 2003
Rumanos y bolivianos son los dos colectivos que más crecieron en 2006
Los ayuntamientos catalanes empadronaron una media de 234 inmigrantes diarios el año pasado. Pero pese a la magnitud de la cifra, la llegada de extranjeros entró el pasado ejercicio en una clara lentificación. Así lo avanzó ayer el secretario para la inmigración, Oriol Amorós, quien aportó en el Parlament las últimas cifras sobre la llegada de inmigrantes y presentó sus objetivos de legislatura. Así, mientras que en 2003 y en 2005 llegaron a Cataluña hasta 160.000 inmigrantes en un año, en 2006 lo hicieron 85.000. Bolivianos y rumanos son los colecitovos que más crecieron.
Los datos provisionales sobre el ejercicio 2006 con los que trabaja la secretaría de Inmigración confirman las previsiones del Gobierno: aunque la llegada de inmigrantes no cesa, el fenómeno se modera y vuelve a las cifras de finales de la década de 1990. Con todo, y a primero de enero este año estaban empadronados en Cataluña un total de 999.371 inmigrantes. Esto hace prever que en estos momentos ya se ha superado la barrera psicológica del millón de extranjeros empadronados, cifra que también incluye los ciudadanos de países de la Unión Europea.
Por países de procedencia, Marruecos se mantiene en primera posición de la lista, seguido de Ecuador, Rumania, Bolivia y Colombia. En los últimos dos años se ha notado un incremento muy considerable de llegadas de rumanos y bolivianos. La primera comunidad casi se ha multiplicado por tres y la segunda, por cinco.
El secretario de Inmigración, Oriol Amorós, se refirió especialmente a la masiva llegada de Bolivianos, que relacionó con el hecho que desde este mes se exija a los ciudadanos del país andino un visado para entrar a España.
Otro fenómeno que en 2006 se consolidó fue la dispersión de los inmigrantes por todas las comarcas catalanas. "La inmigración no es ni mucho menos un fenómeno del área metropolitana de Barcelona", recordó Amorós con cifras en la mano. Así, el 13% de la población del área de Barcelona es de origen inmigrante, porcentaje que alcanza el 18,8% en la provincia de Girona y el 14% en las comarcas pirenaicas.
Estos datos, junto con el hecho de que Cataluña sigue siendo la comunidad española que recibe más inmigrantes, justifica, según Amorós, la urgencia de alcanzar el llamado Pacto Nacional para la Inmigración. Amorós, que compareció en el Parlament junto a la consejera de Acción Social, Carme Capdevila, destacó la necesidad de que todos los partidos se sumen a este gran acuerdo. Para facilitarlo, el Gobierno catalán ha decidido posponer las negociaciones hasta después de las elecciones municipales para alejarlo al máximo de las convocatorias electorales y facilitar así el consenso.
El pacto consistirá en centrar las bases para que el Gobierno pueda aplicar "políticas transversales no sólo para las personas inmigrantes, sino para toda la ciudadanía", apuntó Amorós.
El secretario para la Inmigración explicó que el Ejecutivo estructurará sus líneas de actuación en cuatro ejes: los flujos migratorios, el mercado de trabajo, la adaptación de los servicios públicos a una sociedad diversa y la convivencia y el modelo de sociedad. Estos ejes se desarrollarán desde todos los departamentos de forma conjunta, mientras que la Secretaría para la Inmigración creará nuevos servicios en la información y el procesamiento de datos sobre inmigración.
Ley de Acogida
Además, durante la legislatura se desarrollarán leyes como la de Integración, en la que se empezará a trabajar a partir de 2009, y la de Acogida, prevista para este primer semestre de 2007, que desplegarán las políticas de inmigración expuestas en el nuevo Estatuto.
La consejera de Acción Social añadió que el pacto pretende ser "una herramienta útil para aprovechar las ventajas de la inmigración y superar los escollos", por lo que se centrará en todo el proceso de migración facilitando los recursos y la convivencia."De cómo se gestiona se derivará el tipo de sociedad que seremos", destacó la consejera, quien recordó el carácter "estructural" que ha adoptado este fenómeno.
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