Ponga un mamut en su salón

Dentro de una semana, Christie's subastará en sus locales de la avenida Matignon, en París, una serie de 89 lotes consagrados a la historia natural. La estrella de la subasta será sin duda un mamut proveniente de Siberia de 3,8 metros de alto -es decir, su esqueleto completo-, que ya ha sido bautizado como El Presidente, y cuyo precio de salida es de 150.000 euros, aunque podría subir bastante más. Hace un año, un ejemplar similar alcanzó los 183.000 euros. La cifra récord para este tipo de objetos la ostenta el esqueleto completo de Sue, un tiranosaurio subastado por Sotheby's en 1997 y comprado por el Museo Field de Chicago por 8,3 millones de euros.

El mundo científico denuncia que la falta de dinero impide pujar a museos y universidades

La parte más importante de esta subasta es el lote propiedad de Jean Bouhanna, un veterinario francés apasionado de la paleontología que dedicó su vida a crear una colección excepcional. Son piezas menos espectaculares que el mamut o el rinoceronte lanudo del cuaternario de 50.000 euros y el oso de las cavernas que también salen a subasta. Las piezas de Bouhanna son auténticas joyas: una familia de trilobites fósiles, un meteorito de 150 kilos o dientes de dinosaurios carnívoros, entre otros objetos fascinantes que salen ahora del dominio exclusivo de los museos y colecciones académicas para convertirse en objetos de colección, incluso decorativos, por no decir caprichos de millonario.

Para el experto Erick Mickeler, que ha colaborado en la redacción del catálogo, el mamut y el rinoceronte son las piezas más espectaculares, pero señala como extremadamente interesantes los restos fosilizados de un psitacosaurio, un dinosaurio que habitaba hace 135 millones de años el desierto de Gobi, cuyo precio de salida es de 22.000 euros y que, con su metro y medio de largo, es ciertamente más fácil de colocar en el salón. Todo lo contrario que el huevo gigante de un Aepyornis maximus, llamado el pájaro trueno de Madagascar, desaparecido en el siglo XVII, que es el huevo más grande jamás creado por la naturaleza, mayor incluso que el de cualquier dinosaurio.

En tamaño de sobremesa hay una bellísima colección de fósiles marinos, provenientes de la zona de los Apeninos italianos, concretamente de la mina del monte Bolca, donde hace 40 millones de años había un mar tropical. Irresistible es el pez ángel (Eoplatax papilio) de 44 por 28 centímetros, cuyos ojos siguen tan vivos como el día en que quedó atrapado en la piedra, inmovilizado para la posteridad. Por su rareza, tiene un precio de salida de 50.000 euros, pero para bolsillos más modestos también sale a subasta otro pez fosilizado proveniente del mismo lugar a sólo 1.000 euros: un Mene rhombea, parecido a un lenguado, pero con largas antenas. Por precios similares, se puede pujar por pequeños fósiles de tortugas de la zona de Luberon, en el sur de Francia, de 23 millones de años de antigüedad.

Se ignora quién es el propietario del mamut y del rinoceronte lanudo, se sabe tan sólo que es un empresario que los compró en Rusia a principios de la década de los noventa aprovechando el caos que reinaba en la desaparecida Unión Soviética cuando Borís Yeltsin tomó el poder. Se sabe, sin embargo, que el director de cine Steven Spielberg, autor de la serie de películas sobre dinosaurios Jurassic Park, es un gran coleccionista de fósiles, y que el fenómeno del coleccionismo de piezas de historia natural está en auge.

Hay incluso salones dedicados en exclusiva a este tema, el principal de los cuales es el de Tucson, en Estados Unidos. El abanico de objetos es extremadamente variado, desde fósiles hasta minerales, pasando por simples curiosidades y objetos fantásticos. En Múnich, en Alemania, por ejemplo, se celebra un Salón de la Mineralogía. El mundo académico denuncia esta intromisión del dinero privado, del capricho, en la ciencia, y teme que, de seguir así las cosas, los museos y las universidades se vean incapaces de acudir a las subastas.