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Reportaje:

Cumpleaños satánico

Uno de los supuestos homicidas de una joven alemana se entrega en el consulado de Bilbao

El alemán Andreas Stranninger, de 29 años, un tipo con aspecto mefistofélico, se entregó el pasado 30 de marzo en el consulado de Alemania en Bilbao. "Estoy harto; no puedo seguir viviendo así", explicó a los funcionarios. Quizás había olfateado que el Grupo de Localización de Fugitivos de la policía española le pisaba los talones y estaba a punto de echarle el guante.

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¿Por qué? Porque se le considera uno de los dos supuestos autores del asesinato a cuchilladas de la estudiante Caroline Bernath, de 21 años, cuyo cadáver fue hallado el pasado 14 de febrero en un piso de Passau (Baviera), cerca de la frontera con Austria, tras una fiesta de cumpleaños de tinte satánico.

Caroline Bernath, una chica de rostro angelical, conoció hace varios meses en una discoteca a dos individuos con aspecto satánico, aficionados al esoterismo y a los rituales góticos. Parece que ambos iban dando tumbos. De aquí para allá hasta que su nueva amiga les dejó instalarse en su casa, sin adivinar que eso le iba a costar la vida.

El 11 de febrero pasado, Caroline acudió a un cumpleaños con Andreas Stranninger y su amigo Jan Hertrampf, de 19 años. Éste, al que le falta una oreja, viste ropa de estética siniestra y su rostro recuerda al rockero Marilyn Manson (un nombre artístico procedente de la fusión del de la actriz Marilyn Monroe y del asesino Charles Manson). En la celebración, teñida de cantos satánicos, corrió el alcohol a raudales. Esa fue la última vez que se vio viva a la joven estudiante de Ciencias de la Comunicación.

Tres días después, festividad de San Valentín, Caroline fue hallada muerta en la bañera de su domicilio. Tenía 27 cuchilladas por todo el cuerpo. Una auténtica orgía de sangre. Inmediatamente surgieron dos sospechosos: Andreas Stranninger y su amigo Jan Hertrampf. La policía alemana confirmó su teoría al hallar el perfil genético de ambos en diversas manchas de sangre encontradas en el lugar del crimen. Pero... los supuestos asesinos se habían esfumado. Ni rastro de ellos en los lugares que hasta entonces frecuentaron.

En cuatro ocasiones intentaron sacar dinero de cajeros utilizando la tarjeta de crédito de Caroline. Sólo lo lograron una vez: obtuvieron 1.000 euros. Días después huyeron de Alemania a Francia.

Desde el primer momento, el crimen conmocionó a los alemanes. Tanto que la policía de Baviera ofreció una recompensa de 5.000 euros a cualquier persona que facilitase una pista sobre el paradero de los dos presuntos homicidas.

Antes de desaparecer, Stranninger y Hertrampf contaron a sus amigos que les atraía España y que barajaban la idea de visitar este país. Por eso fue informada la Comisaría General de Policía Judicial, que cursó la correspondiente alarma. Los dos alemanes están calificados de "broncas" por ser violentos, además de tener antecedentes delictivos en su país.

El Grupo de Localización de Fugitivos recibió una información de que los dos buscados podrían estar en Mallorca. Por eso, rastreó entre la colonia de alemanes residentes en la isla que tuviesen los mismos apellidos. Sin éxito. Pero la policía consultó las listas de pasajeros de avión y así comprobó que los supuestos asesinos habían estado en Mallorca y que de allí habían volado hasta Bilbao. Cuando estaban a punto de detenerle, Stranninger se entregó en el consulado, aunque negó haber matado a la chica. Su amigo, el diabólico Hertrampf, sigue huido.

Andreas Stranninger, en una foto difundida por la policía.
Andreas Stranninger, en una foto difundida por la policía.

Mendigos góticos

Andreas Stranninger y Jan Hertrampf estaban perseguidos no sólo por las policías de media Europa, sino también por miles de ciudadanos alemanes que siguen los programas de televisión dedicados a buscar criminales fugitivos.

Un programa de la cadena ZDF en el que aparecían los rostros de ambos sospechosos provocó numerosas llamadas de ciudadanos germánicos residentes en Baleares. Todos coincidían en que habían visto en Mallorca a aquellos tipos tenebrosos que aparecían en sus pantallas. Desgraciadamente, el chivatazo no sirvió para nada: los supuestos criminales habían decidido cambiar de aire, posiblemente al advertir que en la isla corrían riesgo de ser capturados.

Andreas Stranninger y Jan Hertrampf decidieron trasladarse a Bilbao, sin que se conozca por qué sentían tal atracción por la capital vasca. Sin un euro en los bolsillos, malvivieron en la ciudad ejerciendo la mendicidad en hipermercados y grandes centros comerciales. Aquellos vagabundos con aspecto de colgados por el rock gótico hizo que fueran detectados por la policía, que inmediatamente movilizó a los agentes de la Jefatura Superior de Bilbao y al Grupo de Localización de Fugitivos. Los agentes rastrearon en hostales y pensiones de mala muerte con la esperanza de dar con los supuestos criminales. Pero todo fue en balde. Posiblemente dormían a la intemperie, en un portal o bajo un puente.

La búsqueda estaba en pleno apogeo cuando Stranninger, el mayor de los presuntos asesinos, decidió entregarse en el consulado alemán, en la calle de San Vicente. Dijo que estaba harto de huir y, además, que se había peleado con su amigo. Desecho el dúo, decidió rendirse. No así el joven Jan Hertrampf, el sosias del siniestro rockero Marilyn Manson, que continúa en paradero desconocido.

Stranninger fue puesto a disposición de la Audiencia Nacional, que ordenó su ingreso en prisión mientras se tramita la causa criminal.

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