¿Quién mató a Baha Musa?
Un muro de silencio protege a los soldados británicos que detuvieron y torturaron hasta la muerte a un civil iraquí en Basora
El 14 de septiembre de 2003, un civil iraquí de 26 años, Baha Musa, fue detenido por soldados británicos junto a otros seis hombres en el hotel de Basora en el que trabajaban. Baha murió en un campamento británico 36 horas después. El examen forense realizado por médicos del Ejército de EE UU reveló que tenía las costillas y la nariz rotas y 93 heridas en el cuerpo. Sin embargo, nadie ha sido considerado culpable de su muerte. "Un muro de silencio", como llegó a definirlo el juez civil que ha presidido el posterior consejo de guerra, ha encubierto a los asesinos de este joven iraquí.
Los militares mostraron un sospechoso grado de amnesia durante el consejo de guerra
El caso "ha avergonzado a muchos soldados", en palabras del que en ese momento era jefe del Alto Estado Mayor del Ejército británico, sir Mike Jackson. Tras varios meses de juicio, se sabe quién participó en las palizas que durante horas recibieron Baha Musa y sus compañeros. Se sabe quién era el cabecilla que dirigió las torturas más crueles. Se sabe quién estaba encima del cuerpo del iraquí cuando éste murió por asfixia. Pero los testimonios de dos soldados que han relatado los abusos sólo han servido para que uno de los acusados, el cabo Donald Payne, se declarara culpable de haber infligido malos tratos.
Los demás soldados mostraron un sospechoso grado de amnesia durante el consejo de guerra. Hasta 677 veces se escudaron en un "no lo recuerdo" para no inculparse a sí mismos o a sus compañeros. "Es una combinación deliberada de encubrimiento, enorme incompetencia y un sistema que esconde a sabiendas el polvo debajo de la alfombra para impedir que el público sepa lo que está pasando", declaró a la BBC el abogado de varios de los iraquíes víctimas de las torturas, Phil Shiner. "Son soldados investigando a otros soldados. Y otros soldados deciden quién ha de ser procesado y quién no. Es un encubrimiento, una burla. Los militares no han estado ni siquiera cerca de establecer qué pasó".
La palabra que flota en el ambiente es "encubrimiento". Los soldados del Regimiento Lancashire de la Reina parecen haberse puesto de acuerdo para taparlo todo. El juez ha hablado de "cierre de filas". "¿Se protegen los soldados unos a otros en estas situaciones?", pregunta la BBC al general Jackson. "Siendo el ser humano como es, no voy a negar que es una posibilidad. Pero también es una posibilidad entre una banda de criminales en el mundo civil. No es algo peculiar de los soldados". El general admite que se siente "incómodo y un poco sorprendido" ante todo el caso.
"Me perturba que este juicio acabe sin que sepamos cómo murió Baha Musa. La inmensa mayoría de los soldados se sienten incómodos, incluso quizás avergonzados, porque estos hechos hayan podido ser cometidos, según las alegaciones, por miembros de nuestro Ejército". Pero no es el único caso. Según cifras del Ministerio de Defensa, ha habido 221 investigaciones de supuestos abusos de las tropas británicas en Irak y 198 se han cerrado sin acción de ningún tipo. Las acusaciones sólo han llegado a juicio cuando era imposible negar los hechos. El primer caso fue el de unos soldados condenados por abusos después de que uno llevara a revelar a un comercio del Reino Unido las fotos que probaban abusos y burlas a algunos detenidos. Estaba reciente el escándalo de los abusos estadounidenses en Abu Ghraib y los soldados identificados en las fotos fueron condenados. Pero no sus mandos.
En el caso de Baha Musa ha sido la presión de un sector de la prensa la que ha conseguido que llegara a ser juzgado. Tras varios meses de consejo de guerra, el juez decidió abandonar porque no había forma de llegar a una conclusión. La decisión ha provocado dudas enormes sobre la ecuanimidad de los consejos de guerra, porque son los propios militares quienes conducen las investigaciones en que se basará luego el tribunal. En el juicio sobre la muerte de Baha Musa ni siquiera estaba acusado el principal sospechoso, el entonces teniente Craig Rogers. Rogers estaba al mando de la unidad que detuvo al grupo en el hotel de Basora. Allí empezaron las palizas. Rogers y sus hombres estuvieron al frente de los interrogatorios nocturnos en el campamento, los más duros que padecieron. Rogers, ahora capitán, entrena en Alemania a soldados británicos con destino a Irak y Afganistán.
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