Semana de pasión
No cejan las hipotecas al acecho, ni las recalificaciones al ojeo, para disparar a tiro hecho, entre sonrisas, cálculos fríos, palmadas oportunas y beneficios obscenos. Tampoco descansan los apuros, agobios de quienes se esfuerzan por auparse al establishment aceptable, justamente a espaldas de cuantos conspiran y especulan, sin pasión ni implicaciones personales, con absoluta y contundente inhumanidad. En esa línea los más infelices continuarán ahogándose en su propia torpeza, mientras que los más avispados proseguirán en sus tareas emprendedoras, para enriquecerse hasta el despropósito.
Y entonces desfilarán las procesiones de penitencia, tan cristianas como civilizadas, para aparcar un instante las penurias diarias de los más necesitados, tan hipotecados. Y la semana de pasión será, un año más, una realidad folclórica, arrebatadoramente teatral.
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