"La integración gitana pasa por una educación de calidad"
Manuela Fernández, gitana y catalana, como se define, es técnica de la Unidad de Atención a la Comunidad Gitana, del Deptamento Gobernación y Administraciones Públicas) y responsable de proyectos europeos. Educadora social, a punto de terminar Pedagogía, Fernández es miembro fundador de la Asociación gitana de mujeres Drom Kotar Mestipen. Recientemente intervino en Bilbao en el seminario Educación ¿de todos y para todas las personas? El caso de la comunidad gitana.
Pregunta. Un curriculum de exito el suyo. ¿Tuvo apoyo por parte de su familia cuando quiso estudiar?
Respuesta. Mi éxito académico se debe en parte a mi familia y, en especial, a mi padre, que siempre me ha animado. Mi padre es muy gitano, pero con una mente muy abierta. Eso no es incompatible en nuestro pueblo. Generalmente, las familias gitanas lo que quieren para sus hijos es lo mejor, y actualmente lo mejor pasa por la educación.
"Los gitanos queremos integrarnos, pero no como asimilación, sino sin abandonar nuestra cultura"
P. ¿Se ha sentido discriminada por ser gitana?
R. Directamente no, porque mi aspecto físico no me delata. Pero indirectamente sí, no sólo por comentarios que escucho o por tópicos que se repiten sobre el colectivo gitano. Para mí también es discriminación indirecta que ninguna institución me represente, que la escuela no me represente, que mi cultura no esté reconocida en la escuela y que yo, por tanto, no me pueda identificar.
P. ¿Es tan dura la situación?
R. Hay invisibilidad de mi cultura, y por tanto, de mí misma, en el sistema educativo, pero también en el sistema político, en los servicios sociales, en los hospitales. Y sí he visto discriminación directa hacia otros gitanos. He visto racismo.
P. ¿Admite que el colectivo gitano tiene una labor que hacer para eliminar esa discriminación?
R. El pueblo gitano tiene mucho que hacer. Para superar esta desigualdad o exclusión en la que nos encontramos, el camino pasa por la educación. Pero no podemos hacerlo solos. Hay que eliminar ya la idea de que los gitanos queremos estar aparte, segregados. No. Los gitanos formamos parte de la sociedad. Queremos integrarnos sin abandonar nuestra cultura.
P. ¿Cómo se logra eso?
R. Las políticas sociales tienen que ser más inclusivas. Hay un trabajo común. Por un lado, tenemos unos derechos y las diferentes políticas públicas tienen que asumirlos, y por otro lado, nosotros queremos estar en la sociedad, pero sin perder nuestra identidad.
P. Pero esa no es la imagen que se da.
R. Exacto, es una cuestión de imagen. Pero tampoco queremos la educación a cualquier precio. Sobre todo, en un momento en el que con la inmigración se están reconociendo otras culturas. Pero el Estado español ya era diverso antes de que llegara la inmigración.
P. ¿Y la situación de la mujer gitana ante la educación? Usted es una excepción.
R. Cada vez, por suerte, somos más excepciones. Yo lo comparo con el movimiento feminista y con las primeras mujeres que llegaron a las universidades: también fueron excepciones, pero marcaron camino y abrieron la entrada en un mundo de hombres. Ahora el mundo es muy payo; vamos algunas y algunos abriendo camino para que algún día todo sea mucho más plural.
P. La mujer gitana está más discriminada que el hombre.
R. Evidentemente la mujer gitana está triplemente discriminada, por ser mujer y vivir el mundo machista (que lo vivimos todas), por pertenecer a una minoría étnica perseguida durante siglos, y por carecer de titulaciones académicas que permiten acceder al mercado de trabajo. Aunque las mujeres gitanas estamos protagonizando un momento de cambio muy fuerte. En cuestión de género, a las gitanas les pasa como a las payas, que en la universidad arrasan, son mejores que sus compañeros.
P. ¿Existe el feminismo gitano?
R. Sí, la primera asociación gitana de mujeres nace en 1991 en Granada, pero nuestro feminismo es diferente al payo. El feminismo gitano es más inclusivo, incluye a los hombres. El feminismo payo es más monocolor, se dirige sobre todo a mujeres blancas y universitarias.
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