Democracia y política de calle
La disidencia política y la protesta social precisan de un ámbito físico en donde escenificarse y poder encontrar la resonancia social buscada. A falta de un acceso rutinario a los medios de comunicación de masas y a los mecanismos establecidos para hacer política institucional, las calles y las plazas son el lugar utilizado con más frecuencia para ello. Las manifestaciones en la vía pública no son, sin embargo, el camino más adecuado para quienes disponen de un acceso habitual a los canales resolutivos de la política establecida, como, por ejemplo, los partidos políticos dotados de una notable representación parlamentaria y con recursos para poder hacer llegar su opinión disidente al conjunto de la ciudadanía.
Salvo en circunstancias extraordinarias, la utilización de esta forma de manifestación por tales actores políticos cualificados como vía preferente de hacer política denotaría una clara desconfianza en el funcionamiento de la democracia parlamentaria de cuyas instituciones y beneficios participan. Algo bien distinto cabe afirmar de quienes carecen de esos medios y del grado de organización requerido en las sociedades de masas, que en esas circunstancias se ven impelidos a hacer uso de formas extrainstitucionales de expresión.
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