Mercados financieros audaces
Diversos observadores juiciosos -como Robert Rubin, de Citigroup; Larry Summers, de Harvard, y Martin Wolf, de The Financial Times- expresaban en meses recientes asombro ante las percepciones de riesgo de los mercados financieros. Aunque los mercados, desde una perspectiva histórica, han juzgado de bajo riesgo el mundo actual, en especial el dólar y los activos vinculados a él, los riesgos geopolíticos parecen de hecho elevados. Martin Wolf, por ejemplo, sostiene que los mercados financieros han adoptado el método del avestruz, "bajos beneficios a largo plazo", olvidando de antemano la "calamidad imprevista", y atribuyendo a posteriori las pérdidas a la "imprevisible mala suerte".
"El temor principal es que se dé un final rápido y desestabilizador para el enorme déficit comercial de EE UU y el enorme superávit de Asia"
Pero si un inversor o una inversora desearan hoy protegerse frente a una catástrofe geopolítica, ¿cómo podrían hacerlo? Quienes teman a la catástrofe geopolítica sólo venderán activos, rebajando la presión sobre su valor, si creen que pueden comprar otros activos más seguros. Como recientemente señalaba Robert Barro, el temor a una catástrofe general e impredecible -incluso una catástrofe que no afecte a un subgrupo de activos imposible de especificar de antemano- no afectará a los precios relativos de los activos, porque los inversores no tienen razones para vender o comprar un activo determinado.
De acuerdo con Barro, las consecuencias de que aumente el temor a una catástrofe general o impredecible dependen de cómo afecte ésta a los ahorros mundiales. Tanto el temor como los obstáculos institucionales pueden ser fuente de un exceso mundial de ahorros o de una escasez mundial de inversiones, dependiendo de cómo se mire. Si los inversores son suficientemente reacios al riesgo como para que el temor al futuro les haga ahorrar más, el aumento de la incertidumbre mundial incrementará el precio de bonos y acciones, y hará bajar los tipos de interés y el rendimiento de dividendos y beneficios. Crear nuevos activos para que los inversores los mantengan cuesta recursos, y cuanto mayor sea la demanda de dichos activos, mayor será el coste marginal de crearlos.
Puede que ésta sea la situación en la que se encuentra el sistema financiero en la actualidad. El temor principal, al menos en los círculos en los que yo me muevo, es el de que se produzca un repentino despliegue de los "desequilibrios mundiales": un final rápido y desestabilizador para el enorme déficit comercial de Estados Unidos y el enorme superávit comercial de Asia.
En una crisis financiera mundial de ese tipo, si la Reserva Federal ajusta la inflación y acelera la devaluación para evitar que el empleo descendente en sectores financieros antes financiados por capital extranjero entre en una espiral de depresión, la deuda estadounidense se encontrará entre los activos más afectados. Pero si la Reserva Federal se niega a ajustar la inflación producida por la caída del dólar y acepta una depresión, en la creencia de que los beneficios a largo plazo de mantener su credibilidad como garante de la estabilidad de precios se producirán antes de que todos estemos muertos, el mercado de renta variable estadounidense sufrirá. Los valores inmobiliarios y los activos manufactureros chinos también serán vulnerables cuando Estados Unidos abandone su función de importador de último recurso y la estrategia de desarrollo de la exportación costera china entre en un callejón sin salida.
No me malinterpreten: aproximadamente la mitad de mi cerebro está de acuerdo con Rubin, Summers, Wolf y compañía. El principal riesgo que veo en la actualidad es el que soportan quienes invierten en deuda denominada en dólares, y no creo que estén cobrando un precio justo por lo que hacen. Pero la cuarta parte de mi cerebro se pregunta cómo deberían los inversores intentar protegerse frente al extremo inferior de la distribución político-económica, y esa cuarta parte de mi cerebro no ve hacia dónde debería saltar cualquiera que esté intentando asegurarse contra ese riesgo.
Traducción de News Clips.
(c) Project Syndicate, 2007.
J. Bradford DeLong es catedrático de Economía en la Universidad de California en Berkeley y fue subsecretario del Tesoro estadounidense con el Gobierno de Clinton.
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