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Un islamista secuestrado y preso en Marruecos denuncia que un policía español le interrogó

Mohamed Haddad asegura que tras el 11-M fue torturado en la sede de la policía política

José María Irujo

Un policía español estuvo presente en el interrogatorio a Mohamed Haddad, de 38 años, secuestrado el 17 de marzo de 2004 por agentes de la DST marroquí y trasladado a la cárcel secreta de Temara, según asegura este hombre presuntamente torturado por sus interrogadores y desaparecido durante 45 días. Las autoridades de Marruecos aseguran que no ordenaron su detención. Haddad ha sido llamado a declarar al juicio del 11-M en calidad de testigo.

"Allí se habló en español y con un español. No tengo la más mínima duda"
"Aquel hombre no mostró emoción cuando yo respondía en árabe. No entendía"
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Temara, una cárcel de tortura bajo sospecha

"¿Cuál era tu relación con Amer El Azizi? ¿Y con Jamal Zougam? ¿Sabes donde está Said Berraj?" El 18 de marzo de 2004 el marroquí Mohamed Haddad, escuchó y respondió a decenas de preguntas sobre sus amigos islamistas de la mezquita El Huda, en el barrio madrileño de Lavapiés, pero no vio el rostro de sus interrogadores. Un trapo negro cubría sus ojos desde el día anterior en que fue secuestrado en Tetuán por agentes de la temible DST, la policía política marroquí, que le condujeron hasta su sede en Temara, a 15 kilómetros de Rabat, una cárcel subterránea donde se practica la tortura de manera "sistemática", según denuncias de Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Haddad, casado y padre de dos hijas, estaba sentado en una silla, en el centro de la sala de interrogatorios, con las manos atadas por unas esposas y el trapo negro que, según su testimonio, le acompañó durante 45 días. Ignoraba que en Madrid dos personas a las que exhibieron fotografías de presuntos islamistas aseguraban por equivocación haberle visto el 11-M en los trenes de Atocha.

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Aquel día el interrogatorio fue agotador, pero en alguno de los breves intervalos entre pregunta y pregunta los agentes marroquíes hablaron en español y una tercera persona les respondió en el mismo idioma. "Estaba aturdido y asustado, pero pensé que en aquella habitación había alguien más que escuchaba mis respuestas, alguien al que traducían cosas que yo contaba y que respondía en español, en un claro y nítido español. Allí se habla árabe o francés y oír el español fue muy chocante. Creí que había un español, interpreté después que era un policía español", recuerda ahora Haddad.

El 21 de marzo el islamista fue conducido desde su celda, una sucia habitación de siete pies de largo por 13 de ancho, hasta la sala de interrogatorios. Era la cuarta vez que se enfrentaba a las preguntas de aquellos dos tipos cuya voz ya le resultaba familiar, pero en esta ocasión le aguardaba una sorpresa. Los agentes de la DST le quitaron la venda negra de sus ojos. "Era la primera vez que lo hacían. Sólo me la habían quitado el día anterior para hacerme unas fotos y tomarme las huellas".

Vestido con un chándal viejo y una chaqueta con cremallera que le obligaron a ponerse, Haddad miró a los ojos a sus interrogadores. No eran los agentes de la DST que le habían secuestrado en Tetuán sino dos personas diferentes. "Uno estaba sentado frente a mí y el otro a mi derecha, eran marroquíes, pero a mi izquierda había una tercera persona. Nada más verle pensé que era español por su aspecto físico, completamente distinto. Tenía el pelo hacia atrás, de color castaño claro y bigote rubio. Era fuerte y no recuerdo su altura porque todo el tiempo permaneció sentado. Vestía de paisano, aunque no me fijé en muchos detalles porque sólo estaba concentrado en defenderme y además no se veía demasiado bien". El marroquí describe la habitación como un lugar oscuro, el doble de grande que su celda, y con una bombilla roja que colgaba del techo.

Haddad asegura que el tercer hombre no intervino en el interrogatorio y se limitó a escuchar. Al verlo lo relacionó con las frases en español que había oído durante el primero de sus interrogatorios. "He vivido en España durante 14 años y aquel hombre, por su aspecto físico y su mirada era un español. Lo relacioné con la persona a la que había oído hablar en español, en un castellano perfecto e indiscutible, y pensé que se trataba de la misma persona. En el momento no le di importancia porque sólo pensaba en responder a las preguntas y demostrar mi inocencia. Cuando repasé en la celda todo lo que me ocurrió interpreté que era un policía español que asistía al interrogatorio para intercambiar información con los marroquíes".

Aquel cuarto interrogatorio fue más intenso que los demás y duró varias horas. "Estuvimos toda la mañana y aquel hombre no dijo ni una sola palabra, ni tomó notas, sólo me miraba y escuchaba con atención. Repasamos todo. Hicieron un resumen a fondo de lo que me habían preguntado los días anteriores. Querían saber mis relaciones con gente como Jamal Zougam y otros a los que se acusa del 11-M".

Haddad se sorprendió de la información que manejaban los agentes de la DST que le habían secuestrado y le interrogaban. "Estaba claro que aquel hombre les había facilitado información sobre mí y que aquellos agentes marroquíes se habían movido por España. Sabían de mí lo que yo no sabía de ellos. Sabían muchas cosas de mis 14 años en España que me sorprendieron".

Mohamed habla un español impecable y cuando se le pregunta si en aquel primer interrogatorio, esposado y con la venda en los ojos, pudo haber oído mal responde así: "Estaban delante de mí y por el acento estoy seguro al 100%. Allí se habló en español y con un español. No tengo la más mínima duda. Luego al ver a aquel hombre en otro de los interrogatorios deduje que se trataba de un policía español... Un hombre que me observaba y que no mostraba ninguna emoción cuando yo respondía porque no entendía mis respuestas en árabe. Yo creo que sí, que era un policía español. ¿Por qué no hablaba? ¿Qué hacía allí?".

Los interrogatorios a Haddad se prolongaron durante semanas, pero el enigmático tercer hombre no volvió a aparecer. Mientras los hombres de la DST marroquí presionaban al secuestrado con insinuaciones y amenazas, sus familiares y representantes de asociaciones de derechos humanos repartían octavillas por las calles de Tetuán preguntando sobre su paradero. Nadie respondió: el fiscal, el juez antiterrorista y portavoces de los ministerios de Justicia e Interior aseguraron a la familia que Haddad no había sido detenido. No existía ninguna orden de detención contra él, ni del juez Juan del Olmo, instructor del 11-M, ni de la policía judicial marroquí.

El 31 de marzo, cuando Haddad llevaba 15 días secuestrado, Ahmed Harari, responsable de la DST, y Hamidu Laarigri, director de la Seguridad Nacional, se reunieron en Madrid con Agustín Díez de Mera y Jorge Dezcallar, entonces directores de la policía y el CNI respectivamente, para colaborar en la investigación del 11-M. Los principales autores de la matanza eran marroquíes, la mayoría de Tetuán como Haddad.

¿Se habló en aquella reunión del secuestro y manifestaciones de Mohamed Haddad?

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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