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El reguero de incógnitas que deja la declaración de Vilaplana

La periodista que comió con Mazón mientras se inundaba Valencia no ha desvelado las conversaciones del ‘president’ ni el enigma de los 37 minutos que estuvo incomunicado

Maribel Vilaplana a su salida este lunes de los juzgados de Catarroja. Foto: Ana Escobar (EFE) | Vídeo: EPV

La declaración como testigo este lunes en el juzgado de Catarroja (Valencia), que investiga la dana, de Maribel Vilaplana, la periodista que comió con el president Carlos Mazón mientras se inundaba la provincia de Valencia, deja pocas claves de lo que sucedió en esas horas oscuras y mantiene un reguero de incógnitas sobre qué ocurrió la tarde de la tromba que provocó 229 muertos el 29 de octubre de 2024. Estas son las ideas más relevantes de la comparecencia de cuatro horas:

El enigma de los 37 minutos. El relato de la comunicadora no ha aclarado una de las principales dudas sobre el paradero del jefe del Consell. La periodista señaló en una carta en septiembre que se vio con el presidente alrededor de las 15 horas —y hoy lo ha confirmado en sede judicial— y la acompañó al parking donde tenía el coche ella, a cinco minutos a pie del restaurante El Ventorro, donde habían comido. Eran entre las 18.30 y 18.45. En ese lapso de unas tres horas y media, Mazón recibió algunas llamadas, otras no contestó. Pero a partir de las 18.57 y hasta las 19.34 no llamó ni recibió ninguna llamada. Son 37 minutos en los que el jefe del Consell estuvo desaparecido y todavía no hay información sobre dónde estaba, pues no llegó al Palau hasta casi las 20.00 horas, como adelanto EL PAÍS. Y al Centro de Emergencias (Cecopi) hasta las 20.28 horas, mucho después de que se emitiera la alerta que avisaba a la ciudadanía de la dana. A esas horas ya había muerto la mayoría de las 229 víctimas.

Los cambios de versión. La jueza que instruye la causa, Nuria Ruiz Tobarra, ha permitido a la comunicadora no referirse a cuestiones anteriores a su declaración. Vilaplana no ha precisado a qué responden sus tres cambios de versión en un año. En noviembre de 2024, aseguró que se despidió del president a las 17.45. El pasado septiembre, en una carta abierta, matizó que una hora más tarde. Y, por último, tras conocer que la jueza la citaba como testigo —una condición que le obliga a decir la verdad— divulgó que Mazón la había acompañado al aparcamiento a recoger su coche. De hecho, en una entrevista con este periódico, una fuente autorizada por la periodista para hablar en su nombre decía en noviembre del año pasado: “Vilaplana no puede asegurar si Mazón se quedó en el restaurante o se marchó”. Si ahora confirma que la acompañó al parking, la versión de entonces no encaja con la de ahora.

También, aunque en su carta hablaba de esta hora, de 18.30 a 18.45, cuando ella fue a recoger el coche, no queda claro qué hizo el presidente después. Vilaplana entró sola en el aparcamiento, ha asegurado. Aparcó en la segunda planta por “una manía personal”. “Tengo un coche grande. Para qué tengo que hacer maniobras si puedo aparcar ancha”, ha explicado.

El misterio de las llamadas. La periodista ha dicho que no escuchó las ocho llamadas que Mazón mantuvo desde El Ventorro. Y que, según el listado aportado por el president, contemplaban comunicaciones con la entonces consejera responsable de la Emergencia, Salomé Pradas; el presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, del PP; o el alcalde socialista de Cullera, Jordi Mayor. “Mazón hablaba y yo no escuchaba”, ha insistido.

Los detalles del almuerzo. Vilaplana ha desvelado que, durante las cuatro horas que duró la comida y la sobremesa en el céntrico restaurante (15.00-18.45) valenciano, Mazón firmó unos documentos que le dio el dueño de El Ventorro, Alfredo Romero. También que recibió un mensaje en un chat familiar de WhatsApp, pasadas las 17.30 horas, que advertía de la gravedad de la situación Utiel tras el desbordamiento del río Magro. La periodista respondió con una carita a esta misiva, pero no abrió el enlace. La comunicadora ha desvelado que el president le pidió permiso para quitarse la chaqueta del traje y ponerse un suéter, la prenda con la que fue inmortalizado a su llegada al Cecopi, a las 20.28 horas.

Vilaplana ha enmarcado la comida en una cita profesional, en la que el president le ofreció un alto cargo en la dirección de la televisión autonómica À punt y ella, que presentó durante una década las noticias de la extinta Canal 9, rechazó. Ha añadido que asesoró en comunicación al barón popular y le recomendó que aprendiera a pronunciar correctamente el término Consell.

Charla de fútbol. También se ha referido a la salida de El Ventorro, entre las 18.30 y las 18.45 horas, donde arranca el periodo más enigmático de la aciaga tarde: 37 minutos en los que el jefe del Consell no comunica con nadie ni responde a las llamadas. Mazón cancela dos llamadas de su exconsejera Salomé Pradas —principal imputada en la causa— y no vuelve a coger el teléfono a la entonces responsable de emergencias hasta las 19.43. Es en esos momentos críticos en los que no respondía el teléfono cuando la periodista ha señalado que estuvo hablando con el president de fútbol, lo invitó a ir a ver un partido del Levante. “Recuerdo que salimos del restaurante y seguimos hablando. Yo trabajo para el Levante UD. Quería que él viniera a ver un partido, un derbi contra el Elche. Le dije que se comprometiera, es la conversación de la salida. [...]”, ha relatado. Y entonces él le pregunta si la acompaña al parking. “Salimos de El Ventorro con normalidad, paseamos. No lo comenté en la carta porque no me pareció relevante”, ha señalado. No queda claro por qué a esas horas de la noche, cuando la jefa de Emergencias trataba de comunicarse con el presidente, tenía más prioridad una charla informal que descolgar el teléfono.

Llamadas de después. La noche de la dana Vilaplana habló con Carlos Mazón. “La conversación era: ‘Dios mío, ¿qué ha pasado?’. Y él me respondía: ‘Esto es muy gordo. Es muy grave’“, ha declarado la periodista a la jueza. La comunicadora asegura que llegó a preguntar al jefe del Consell si sabía qué estaba pasando todo eso cuando ambos estaban en El Ventorro. A lo que él le contestó: “¿Cómo voy a saber eso?”. Fue esa misma noche, cuando ya comenzaban a aparecer los primeros cadáveres, cuando Vilaplana le pidió que su nombre no apareciera por ningún sitio. Días después de la tromba, volvieron a comunicar y el mandatario le dijo que su nombre acabaría saliendo. “Me entró un ataque de pánico. Acabé borrando todo”. La periodista eliminó al barón popular de su lista de contactos. Mazón abonó la cuenta de la comida, cuyo coste sigue siendo un enigma un año después.

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