Política y equidistancia moral
Valorar la batalla en que se ha convertido la vida política española se presta a palabras tan repetidas como casi superfluas. Que si tú haces esto, que si hiciste lo otro, que si lo haces con esta intención o que tú tienes aquella otra. En fin, poco puede añadirse que no se sepa.
Una cosa sí me gustaría comentar. Para valorar todo lo que está sucediendo no crea usted a quienes rechazan cualquier razonamiento y matiz como tentación de equidistancia moral. La teoría de la equidistancia moral es, por lo general, perezosa intelectualmente, es decir, no quiere conocer la realidad, sino meterla en su molde; y es poco respetuosa de los otros, porque les atribuye por principio intenciones miedosas y malignas. Pero, mire, quien estudia unos hechos, es un analista; quien los condena o aprueba, es un sujeto moral; pero quien reiteradamente supone intenciones perversas en los demás, es un malpensado y un vago. Aquello de "piensa bien y acertarás", se ha convertido en "piensa mal, aunque te equivoques". Esto, éticamente, es una perversión y, sin embargo, hoy, una ley política general. Quien dice las cosas clara y crudamente, puede que a veces acierte, y puede que, muchas otras, las más, sólo sepa pintar con brocha gorda (con todo respeto para los pintores).