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Reportaje:IV CONGRESO DE LA LENGUA

Duelo de rimadores

Amelia Castilla

Llevan los auriculares colgados de la oreja, como si formara parte de un riego sanguíneo que alimenta su vena musical. La generación iPod escucha más música que ninguna otra. La manera de colocarse la gorra, la forma de engancharse el MP3 o el color de las mechas determinan la tribu a la que pertenecen. Se mueven por el ojo a ojo, lo que ven lo copian y cuando algo les interesa van a saco a por ello, pero no suena una banda sonora que los defina. Miguel Trillo, uno de los fotógrafos que más ha destacado por sus retratos de la juventud rock-pop, heavy-rock y hip-hop y profesor de español en un instituto de Barcelona, asegura que su impresión como docente es que el castellano se encuentra "super vivo" y que a ello ha contribuido de manera notable el rap y la incorporación de las nuevas generaciones de emigrantes latinos a las aulas.

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Rabona, pellas y novillos

Rap, reguetón, rock y música electrónica se cuentan entre los estilos en alza; algunos optan por lo que ofrece el mercado pero se detecta también una tendencia al underground muy potente especialmente entre skater, moteros o tuneros. Las peleas de gallos, enfrentamientos verbales improvisados a base de meterle caña al contrario durante unos 30 segundos, tan de moda entre los jóvenes de entre 12 y 24 años, les han obligado a mirar de otra manera la lengua. Paradójicamente, en el cinturón urbano de Barcelona, donde el catalán es una lengua completamente normalizada a todos los niveles, los jóvenes que quieren acercarse a esta música lo hacen en castellano.

Seguramente el eslogan del congreso de la lengua, "unidad en la diversidad", se pueda usar también para definir la manera en que la lengua llega a través de las canciones. Dos ejemplos, Deluxe y Violadores del Verso, dos grupos de moda y dos maneras de entender la vida: "Si me olvidas mañana para mí será normal / quizás para ti también / sólo es sexo nada más / sólo espero que lo entiendas". El estribillo de la nueva canción de Xoel López permite hacerse una idea de la visión sentimental de este compositor que contrasta con el estribillo de Violadores del Verso: "Empieza a calentarlo, / si tenéis un litro a levantarlo, / no estoy sereno no hay razones para estarlo, / no estoy sobrio no hay razones para estarlo".

Para Kiko Veneno, un músi

co capaz de crear rumbas tan populares como Volando voy y uno de los impulsores del flamenco-rock, el hip-hop lucha contra la palabrería dominante en sectores como el de la publicidad o el de la política tratando de desbaratarlos con su personal discurso, pero, en su opinión, basarse sólo en la palabra tiene sus inconvenientes porque "se sirven de licencias que, en muchos casos, trasforman las palabras o les cambian el sentido". Para el creador de Echo de menos, el buen español se encuentra en estos momentos en América Latina. Harto de recorrer escenarios diferentes ha comprobado cómo argentinos o colombianos profundizan mucho más en el lenguaje: "Hablan más despacio, le dan mayor expresividad a sus palabras y se preocupan por el contenido de lo que dicen. Su idea es que en la batalla global entre el español y el inglés la opción debe ser ir hacia una lengua en la que se utilice un léxico más rico y expresivo. Ésa es su meta también como compositor. La experiencia le ha enseñado a utilizar todas las herramientas de que dispone buscando la musicalidad del lenguaje, algo que aprendió de niño cuando su madre le leía El cantar del Mío Cid o cuando escuchaba a Paco Ibáñez cantando a los poetas clásicos. Palabras y conceptos claros unidos a la musicalidad parecen ser su lema como compositor, aunque no conviene olvidar otro aspecto importante en su trabajo orientado hacia el uso del lenguaje popular. "Me gusta ver lo que la gente está dispuesta a comprender y si puedo me amoldo a los clichés colectivos y a sus expresiones".

En internet las canciones y

las palabras viajan como el polen, pero el músico Quique González se muestra ambivalente sobre la influencia de la música. El compositor de Kamikazes enamorados opina que puede afectar negativamente el hecho de que haya tanta música. "Música en la televisión, en el ascensor, en el teléfono y en los ordenadores, pero la música no forma parte de la cultura popular como sucede en países como Argentina y Colombia", añade. Obviamente cuando compone no piensa en mejorar el léxico o en aportar algo nuevo al lenguaje. Simplemente busca su camino y que las canciones reflejen su universo personal a base de metáforas que unifiquen ficción y realidad. No suele, o al menos no lo hace de manera consciente, recuperar palabras que dejó en el olvido, pero sí cuida al máximo el léxico. Odia los grupos que dejan incompletas las frases y a los que cambian la acentuación de las palabras para adaptarlas al tono de la frase. Para González, el modelo ideal pasa por conseguir fusionar el lenguaje de la calle con la poesía, algo que suele lograr "divinamente" Joaquín Sabina. No hace mucho, poniendo letra a un nuevo tema añadió la palabra "Bada bin", el nombre de un bar que sale en la serie Los Soprano y lo incluyó en la canción: "Iba de un bar a otro, desde el San Juan hasta el Bada bin".

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