Morir en el país de Mugabe
El presidente de Zimbabue ha hundido un país en el que la inflación llega al 1.730% y el paro al 80%, y que depende del exterior para comer
Gift Tandare fue enterrado el lunes, casi en secreto, custodiado por las mismas fuerzas de seguridad que lo mataron el pasado día 11, al dispararle cuando asistía a un mitin en Harare organizado por la campaña Salvar Zimbabue y por el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), al que pertenecía, para protestar contra la dictadura de Robert Mugabe, de 83 años.
La familia de Tandare no pudo organizar el funeral: Mugabe y su partido, Zanu-PF, evitaban así la conversión en mártir del militante, que deja mujer y tres niños en edad escolar. Decenas de activistas, entre ellos los principales dirigentes del MDC, Morgan Tsvangirai o Nelson Chamisa, han sido detenidos y torturados en los últimos días, en lo que se pretende una muestra de fuerza por parte del dictador, pero que la oposición percibe como la reacción angustiada de un líder que, cada vez más aislado tras 27 años de gobierno totalitario, intuye su fin.
Glorificado como guerrillero y libertador de la población de Zimbabue (antes Rhodesia), Mugabe, católico, abstemio y no fumador, apuntó pronto maneras de déspota clásico: en los ochenta, tras ganar las primeras elecciones con gran apoyo popular, acabó con la oposición de su partido rival, el ZAPU y con 20.000 de sus seguidores de la minoría Ndebele.
Su política agraria es un fiasco: lejos de beneficiar a la población, la expropiación de fincas de terratenientes blancos lucra a amigos del régimen. Zimbabue, antes considerada el granero de África, se ha hundido en la última década en una crisis económica sin precedentes, con una inflación del 1.730%, con cuatro de cada cinco ciudadanos desempleados y dependiente de alimentos de ayuda exterior.
La población, de 13 millones de habitantes, tiene una esperanza de vida de 37 años. "Vamos a ver más violencia: el Gobierno está usando la represión para controlar a la población, pero sólo está generando más resistencia. La gente está muy insatisfecha, especialmente por la economía", explica John Makumbe, analista político y profesor de la Universidad de Zimbabue. "Pero no creo que lleguemos al estado de emergencia: sería el reconocimiento de que Mugabe no controla la situación".
"Ayer hablé con uno de mis empleados. Detenido sin cargos durante cuatro días, tiene varios huesos y la nariz rotos. Me dijo: 'ahora podría matar'. La gente está enfadada, especialmente los jóvenes", asegura Eddie Cross, miembro de la Ejecutiva del MDC, desde Bulauayo. "Los precios de los autobuses se duplicaron ayer en un día, en los hospitales no hay comida, las morgues están llenas porque los enfermos dan nombres falsos en hospitales que no pueden pagar y si mueren luego nadie puede recoger sus cuerpos; las escuelas están vacías", añade Cross.
La presión a Mugabe no sólo crece en la oposición, sindicatos o las más de trescientas organizaciones de Salvar Zimbabue. En el propio partido de Zimbabue crecen las disidencias, que se concentran en torno al ex comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Solomon Mujuru (esposo de la vicepresidenta del Gobierno, Joice Mujuru) y de Emmerson Mnangagua, anterior portavoz del Parlamento, ambos con intereses empresariales.
"Mugabe lidera su propia facción", dice Makumbe, "pero los números están en su contra. Su futuro depende de la presión interna, de la calle y de su partido, y de la presión de otros líderes africanos, que tal vez le aconsejen que se retire", añade
el analista.
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