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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M
Columna
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En el reino de Babia

Mientras el jefe operativo de los geos está narrando la escena de Leganés la noche del 3 de abril, Pilar Manjón se cubre con la mano derecha la boca y parte del rostro. La letrada de la AVT pregunta por la presencia de inhibidores. En ese instante, detrás, donde siempre suele sentarse, Pilar Manjón entorna los ojos. Ya se sabe la cantinela de aquellos letrados que demuestran, ¡en nombre de las víctimas!, más celo en cazar a los buenos que en aflorar datos para atrapar mejor a los malos.

Pero el cronista todavía digiere el testimonio del jefe policial responsable del grupo de terrorismo internacional, en el que ha relatado el seguimiento que en 2003 realizaba la policía a uno de los cabecillas del atentado del 11-M en ciernes. A Serhane El Tunecino. El hombre que al asociarse con Jamal Ahmidan, El Chino, y su banda, va a materializar la masacre de sus sueños.

Manjón ya se sabe la cantinela de los letrados que demuestran celo en cazar a los buenos

Por supuesto que el policía no dice que los asesinos cometieron el atentado bajo las barbas de los servicios de seguridad e inteligencia de España. No, sus hombres no eran la sombra de El Tunecino. Pero sí describe un control intermitente a través de seguimientos y pinchazos. Lo mismo se puede ver en las investigaciones sobre los hermanos Moutad y Mohannah Ahmallah y el local de la madrileña calle Virgen del Coro.

El cronista recuerda en relación con esto una conversación con dos norteamericanos expertos en terrorismo hace pocos días. Uno de ellos, Marc Sageman, ex agente de la CIA, destinado en Afganistán a finales de los años ochenta, ha escrito un libro llamado Entendiendo las redes terroristas, sin traducción al español, y está elaborando ahora uno más amplio, en el que incluirá un capítulo sobre el 11-M. En un informe que servirá de base al libro, Sageman subraya: "En términos de destreza, el conjunto de la operación ha sido bastante pobre. Las autoridades tenían identificados a los principales individuos implicados. El hecho de que la operación resultó tan espectacularmente exitosa puede ser achacado en gran medida a la negligencia de las autoridades españolas, que no alcanzan a ver lo que estaban detectando... No hay manera de eludir esta conclusión. El éxito de los terroristas ha sido debido en gran parte al fallo de las autoridades españolas a la hora de valorar la amenaza".

Sageman hubiera encontrado muy instructivo el testimonio del responsable de terrorismo internacional.

El Gobierno de Aznar no ha sido una excepción. Para sus fallos vale lo que dice el informe de la comisión de investigación del 11-S: "La historia del 11 de septiembre de 2001 está repleta de fracasos: en compartir información; coordinar el trabajo entre cuerpos de seguridad; en entender la ley, seguir los procedimientos y normas; en dedicar o redistribuir recursos y personal al trabajo contraterrorista; en comunicar prioridades clara y efectivamente a los integrantes de la comunidad de inteligencia; en asumir seriamente el trabajo crucial del análisis estratégico de contraterrorismo; y, más importante, un fracaso en elevarse por encima de intereses burocráticos de miras estrechas a fin proteger al pueblo americano ante el ataque terrorista".

La declaración de testigos en relación con las tarjetas de teléfonos móviles no ha sido menos interesante. Las primeras indagaciones en la mañana del 12, tras la desactivación esa madrugada de la bomba por el Tedax Pedro, fueron muy cautelosas. ¿Influyó en esta aproximación sucesiva de la policía el clima político y la manifestación para la noche del viernes convocada por Aznar unilateralmente con un lema en el que insinúa -palabra Constitución mediante- la autoría de ETA? Algunos polis se lo saben.

Serhane Ben Abdelmajid, <i>El Tunecino.</i>
Serhane Ben Abdelmajid, El Tunecino.SCIAMMARELLA

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