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Reportaje:Cuarto aniversario de la guerra de Irak

Más de mil desplazados al día

La ONU cifra en casi medio millón los que huyen de la violencia sectaria desde hace un año

Ángeles Espinosa

Los Naquib hicieron las maletas y se fueron al norte. La boda de su hija mayor con el hijo de un destacado jeque suní de Samarra les hizo temer que pudieran ser objeto de una venganza tras el ataque al santuario chií de esa ciudad en febrero de 2006. "Nos ahogábamos", reconoce el padre durante una breve visita a Bagdad para arreglar papeles. Mil iraquíes al día han cambiado de barrio o de ciudad en el último año huyendo de la violencia. Desde el ataque contra la mezquita chií de Samarra, casi medio millón de personas han dejado sus hogares, según Naciones Unidas. Pero no hay campamentos de acogida como en África, ni grupos trasladándose en bloque como en los Balcanes. Los desplazados iraquíes son invisibles.

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"Por un lado, es una buena noticia porque significa que no hay una pobreza extrema, y que los pocos campamentos que se han formado o son puntos de tránsito o lugares a los que la gente acude a recibir ayuda", explica una fuente diplomática occidental. Sólo el 3% de los desplazados internos vive en edificios públicos o antiguas bases militares, según los datos que manejan las agencias humanitarias. Sin embargo, eso hace más difícil identificarles y ayudarles.

Su dilución resulta en parte del apoyo de la familia extensa y en parte de la experiencia previa. Cerca de 1,2 millones de iraquíes estaban desplazados antes de la invasión de 2003 como resultado de las políticas del régimen de Sadam Husein y de tres décadas de guerras y sanciones, de acuerdo con un informe del Organismo Internacional de Migraciones (OIM), dependiente de Naciones Unidas, publicado en vísperas del primer aniversario del ataque de Samarra.

Desde entonces, otras 500.000 personas han huido de sus hogares por la violencia sectaria, los enfrentamientos militares o la criminalidad, una media de mil al día, uno de los mayores movimientos de población de la historia de Irak. Otros dos millones se han refugiado en los países vecinos desde el inicio de la guerra. Las cifras son estimaciones de las agencias de la ONU. Nadie sabe con seguridad el número exacto.

El OIM, que se ocupa de los desplazados internos, ha atendido a 30.000 familias con alimentos y otros productos de primera necesidad. Pero en 2006 este organismo sólo recaudó cuatro millones de dólares (tres millones de euros), una cantidad claramente insuficiente para la tarea. Su informe anual alerta de la necesidad urgente de comida, agua, alojamiento y empleo para quienes se han visto obligados a abandonar sus casas.

"Nos preocupa que los mecanismos tradicionales de apoyo están al límite de su capacidad y empiezan a fallar", señala el responsable del OIM para Bagdad, Rafiq Tschannen, desde Jordania. "Desde hace tiempo, las familias que acogen a parientes desplazados están aguantando un peso insoportable. No pueden seguir así de forma indefinida".

Los Naquib están tirando de sus ahorros y de los trabajos del padre como traductor. Además tenían contactos en la zona kurda, sin los que es imposible lograr permiso de residencia en esa región. No todos son tan afortunados. Y sin un empleo, se reducen sus posibilidades de acceder a una vivienda o de rehacer su vida en zonas en las que se sienten más seguros.

Como los Naquib, la mayoría de los desplazados internos proceden de Bagdad y son suníes que huyen de las amenazas más o menos veladas de las milicias chiíes. "A veces han matado al vecino, o puesto una bomba en el barrio, o les han enviado una carta conminándoles a irse", señala una fuente humanitaria. Para quienes carecen de raíces en el feudo suní de Al Anbar o recelan del activismo de Al Qaeda en esa zona, el norte kurdo ofrece una alternativa segura.

Sin embargo, los responsables kurdos, muy sensibles a los equilibrios étnicos, han estado expulsando desde 2003 a los árabes, en su mayoría chiíes, que Sadam trasladó a las regiones en disputa. "Sin duda han querido deshacer un agravio histórico y no han esperado al resultado de los procesos legales abiertos, sino que han tomado una vía acelerada", admite el diplomático citado más arriba.

Sea cual sea la causa inmediata, la violencia está segregando Irak. Ante la inseguridad, cada uno busca el refugio de su comunidad étnica y religiosa, y vivir en un barrio o región donde la mayoría es de otra confesión se ha convertido en un ejercicio peligroso. "Se están homogeneizando los barrios y cada vez hay menos barrios mixtos", constata el diplomático citado más arriba.

La semana pasada, al hacer balance del primer mes del plan de seguridad para Bagdad, los responsables militares iraquíes y estadounidenses citaron entre sus logros el regreso a sus hogares de cerca de 2.000 familias de desplazados. Nadie ha podido comprobarlo.

"Puede ser que hayan vuelto a ver cuál es la situación, a recoger algunas pertenencias e incluso la ayuda económica que alguna agencia del Gobierno les entrega, pero enseguida regresan al lugar en el que han encontrado refugio", dice el responsable del OIM para Bagdad, Rafiq Tschannen. En opinión de Tschannen y de otras fuentes humanitarias consultadas, la estabilización no es lo suficientemente larga para producir una mejora prolongada.

Una mujer iraquí huye de la guerra con sus hijos de la mano y sus pertenencias sobre la cabeza. La foto fue tomada al poco de iniciarse la invasión a las afueras de Basora.
Una mujer iraquí huye de la guerra con sus hijos de la mano y sus pertenencias sobre la cabeza. La foto fue tomada al poco de iniciarse la invasión a las afueras de Basora.AFP

Sólo el 18% confía en EE UU

Cuatro años después de la invasión de su país por tropas estadounidenses, los iraquíes han perdido gran parte de la esperanza en un futuro mejor y viven bajo un miedo constante, según la encuesta difundida por el diario USA Today, junto a la BBC y las cadenas ABC y ARD. Seis de cada diez iraquíes aseguran ahora que su vida va mal y sólo una tercera parte espera que las cosas mejoren el próximo año. Un 86% teme que algún familiar sea víctima de la violencia. Apenas el 18% confía en las tropas estadounidenses y el 51% justifica los ataques contra la coalición militar. A pesar de ello, sólo el 35% opina que las tropas extranjeras deben abandonar ahora Irak. El sondeo se realizó entre el 25 de febrero y el 5 de marzo de este año e incluye entrevistas en persona con 2.212 iraquíes. "Cuatro años después de la invasión estadounidense, los iraquíes dicen que su vida diaria está desgarrada por la espiral de violencia y una economía destrozada", indica el diario.El sondeo apunta que el optimismo que quedó reflejado en una encuesta de opinión en 2004, un año después del inicio de la guerra, y en otra del 2005, antes de las históricas elecciones legislativas, se ha desvanecido casi por completo.Se señala, además, que la opinión de cuán mala es la situación varía de forma significativa dentro del país y dentro de los distintos grupos étnicos. Los kurdos, que representan el 20% de la población y viven en su mayoría en el norte del país, fueron los que describieron menos problemas y los que se muestran más optimistas sobre el progreso el próximo año. Los chiíes, alrededor del 60% de la población iraquí y un grupo duramente discriminado durante el régimen del dictador fallecido Sadam Husein, dicen que la situación es difícil, pero muchos mantienen la esperanza sobre el futuro a largo plazo. Los suníes árabes, que representan también el 20% de la población y que perdieron el poder tras la derrota de Sadam, sufren una desesperación total.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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