Inmaculada Echevarría
Quiero expresar mi felicitación al equipo médico que atendió a Inmaculada Echevarría (y que se trasladó con ella para acompañarla en sus últimos momentos), ya que no olvidó que su deber no es sólo curar a sus pacientes, cuando ello es posible, sino también cuidarlos, consolarlos y ayudarles a afrontar la muerte con dignidad y de acuerdo con sus valores. Esto contrasta, lamentablemente, con la actitud de algunos sectores eclesiásticos y sociales, que no sólo no confunden a los ciudadanos diciendo que respetar el derecho a rechazar un tratamiento y a que nadie manipule nuestro cuerpo sin nuestro permiso es eutanasia, sino que también olvidan la compasión y caridad cristianas.
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