Violencia y paliativos
Hay momentos reparadores en la televisión, incluso estos días de tanto griterío político, risas enlodadas y bandera esgrimida como pica en Flandes. Fueron balsámicos los comentarios deportivos de María Escario en el Telediario 2 (TVE-1) la noche del jueves: su dulce sonrisa y su hermosa voz ponían cordura al relato de la violencia futbolística en el campo del Valencia y la fuerte sanción al jugador Navarro. Contado por Escario, el incidente adquiría rasgos de un lance de salón entre caballeros. Noche Hache (Cuatro) mostró una preciosa imagen que parecía un ballet de vanguardia y era también un acto violento sucedido en Budapest, donde la celebración de la fiesta nacional contó con la presencia de mil hooligans de la extrema derecha que se enfrentaron a la policía, produciéndose destrozos, detenciones y heridos. La agresión fotogénica era el lanzamiento de huevos contra el alcalde de la capital húngara; sus guardaespaldas, apostados delante, levantaban todos a una no sus armas, sino unos paraguas en cuya negra tela iban a reventar los proyectiles dejando caer churretes amarillos. La coreografía podría haber sido de Nacho Duato, y el dripping, de Jackson Pollock. Luego vino Quequé, con una lectura cómica del juicio del 11-M, llevando, tanto él como Eva Hache, pelucones de juez británico. Ante una atrevida afirmación, Eva le preguntó si es que acaso había leído la Constitución, y Quequé respondió: "No, espero a que hagan la película".
Los que sí habían leído todos los libros eran Carlos París y Jordi Gracia, contertulios de Javier Rioyo en Estravagario (La 2). El primero ha publicado unas memorias, y el segundo, una memoria sobre los intelectuales en el franquismo, complemento de su muy revelador La resistencia silenciosa. Las canciones parecen superfluas en un programa de libros, pero esta vez resultó emocionante oír a Javier Álvarez la copla legionaria El novio de la muerte. Álvarez es un excelente cantautor, y en su versión deconstruida (sin parodia) de ese himno aguerrido la violencia se hacía elegíaca, intimista. Antiheroica.
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