"Póngame la multa, quiero su autógrafo"
La primera promoción de mujeres de la Policía Municipal celebra 35 años en el cuerpo
Las primeras 52 mujeres que ingresaron en la Policía Municipal de Madrid fueron "pioneras en todo". Ellas lo reconocen ahora con sonrisas en los labios, pero también recuerdan lo difícil que les resultó en un cuerpo compuesto sólo por hombres y dirigido por mandos militares. No se podían casar, tenían que ir acompañadas de sus padres a los juicios si aún no habían cumplido los 21 años y se caracterizaban por su falda corta y su bombín. Tampoco llevaban pistola ni porra para poder defenderse.
Las 52 primeras policías, que ayer recibieron un homenaje en el Ayuntamiento, fueron destinadas a la quinta agrupación mixta de tráfico, que se encargaba de dirigir la circulación en la almendra central de la ciudad. "Nos decían de todo. Algunos nos gritaban que nos fuéramos a fregar a nuestras casas y a hacer la comida a nuestros maridos. Otros nos decían piropos muy salaos, como 'póngame usted la multa, que ya tengo ganas de tener un autógrafo suyo", recordaba ayer la subinspectora María Dolores Dodero, ahora responsable de formación de la Policía Municipal.
"Nos gritaban que nos fuéramos a fregar y a hacer la comida", cuenta una subinspectora
Una de las características de su uniforme era la falda pantalón que les llegaba por debajo de la rodilla. "Pero todas nos las levantábamos para estar más atractiva", recordaba la agente María Jesús Piedra. "Estuvimos en una de las épocas más duras, como fue la transición. Nos tragamos todas las manifestaciones de estudiantes que llegaban de la Ciudad Universitaria", añade la actual oficial de Villa de Vallecas, Ana Álvarez Álvarez.
Pero una de las más revolucionaria del grupo fue, sin duda, Amalia Rol. Con tan solo 20 años se casó el 19 de noviembre de 1972, lo que suponía la expulsión directa del cuerpo, tras conseguir el visto bueno de su padre. "Si queríamos ser revolucionarias, alguna tenía que dar el primer paso", comentaba ayer. Al día siguiente de su boda, la echaron de la policía. Rol pleiteó con el Ayuntamiento y, tras un largo proceso contencioso-administrativo, logró que se reconociera su derecho a casarse.
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