Con un futuro por delante
Las emergentes compañías tecnológicas españolas se encuentran en pleno proceso de consolidación
Es posible que el retraso tecnológico de España todavía tenga remedio. En estos momentos, varias decenas de pequeñas empresas españolas de alta tecnología se encuentran en proceso de consolidación. Pasito y paso, sin los aspavientos de la era de las punto.com, estas empresas -como Dialcom, NTR, DS2, Brainstorm o Dimat- se han ido haciendo con un lugar al sol. Prácticamente nadie apostaba por ellas hace siete u ocho años, pero ya manejan tecnologías propias y facturaciones, en muchos casos, superiores a los 10 millones de euros, buena parte procedentes del mercado exterior. Están, pues, en la pista de despegue que las podría llevar, si no se tuercen las cosas, a convertirse en marcas internacionales en sus nichos de negocio y a alcanzar los puestos medianos del ranking empresarial español.
Buena parte del impulso de las 'high techs' españolas viene del extranjero. Estamos ante firmas que, en algunos casos, exportan más del 50%
Pequeñas, pero ya prometen. Brainstorm, una firma madrileña que tiene sus propios programas de realidad virtual y gráficos, ha triplicado sus ventas en los últimos tres años hasta los 4,6 millones. La valenciana DS2, con sus propios chips PLC (Power Line Telecomunications ó internet por línea eléctrica), las ha triplicado también hasta los 12 millones. Y la catalana NTR, con su servicio de soporte remoto de redes de ordenadores (con software propio), ha logrado el milagro de elevar, en estos tres años, sus ingresos desde 1,4 a 12 millones de euros. Una recién llegada. Son sólo tres casos. Hay más. Fractalia, una empresa de acceso remoto a PC; Rainbow, un fabricante de periféricos; Dialcom, un productor de software para videoconferencia, son otros tantos casos de firmas, con seis o siete años, que viven un auténtico vértigo de crecimiento. "Ya somos 250 trabajadores", explica Joan Pons, fundador y responsable de NTR. "Hace un año éramos la mitad".
Lo más interesante es que buena parte de este impulso viene del extranjero. Estamos ante firmas que, en algunos casos, exportan más del 50%. Uno de los casos más notables es el de Brainstorm, que empezó vendiendo sus platós virtuales en 3D a Antena 3 y que, como después de eso ninguna de las demás televisiones españolas los quisieron adquirir, optó por irse al exterior. "Hoy", explica José Luis Alonso, uno de los dos fundadores, "tenemos más de 100 clientes, entre ellos la BBC, la RAI, la NBC o Nipón TV". Con el 60% de su facturación de 12 millones de euros fuera de España y delegaciones en París, Milán, Dallas, Heidelberg, Londres o París, Brainstorm ha logrado vender sus gráficos para pantallas al Nasdaq.
Tecnologías inéditas
Una historia paralela a la de NTR, que ha duplicado sus clientes cada año (8.000), factura el 70% en el exterior y ha abierto delegaciones en Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, EE UU o Brasil. Por no hablar de DSD, que vende sus chips para PLC a Belgacom, Telecom Italia, Pirelli o Schneider. O de Dimat, que produce equipos de onda portadora por la red eléctrica a las principales utilities de Europa (EDF, Enel), EE UU y toda Latinoamérica, a las que vende el 50% de su producción.
¿Cómo han logrado estas empresas asomar su cabeza en un mundo dominado por gigantes? Según ellos, porque han sabido dar con un producto tecnológico inédito hasta entonces, con el que han creado un nuevo nicho de mercado. Jorge Blasco, el fundador de DS2, encandiló a sus primeros clientes -la japonesa Sumitomo o la americana Consolidated Edison- cuando les presentó un equipo de transmisiones por PLC mucho más rápido que los existentes. "Algunas empresas inglesas y americanas ofrecían el servicio", recuerda este ingeniero de Castellón, que abandonó un empleo bien pagado para fundar DS2, "pero el mío tenía más megas. Vi que podía dar mayor velocidad si efectuábamos la transmisión a más de 50 hertzios".
A Blasco le han ido surgiendo enanitos (que ha ido driblando). En NTR apuntan que su producto sigue sin rivales. "Nuestro software de acceso remoto", afirma Joan Pons, el fundador, "permite solucionar problemas en cualquier ordenador del mundo". Los clientes ni siquiera tienen que instalar nada en su máquina. Mediante el acceso a una página de Internet y un password, NTR toma el control del PC y arregla los problemas". En Fractalia, que actúa en el mismo segmento, José Ignacio Domeq, su director general y fundador, no oculta que este producto "es un nuevo nicho de negocio, que podría facturar cerca de 20.000 millones de dólares a escala global". La empresa, de Madrid, gestiona unos 200.000 PC de empresas como Peugeot, Vips, Feu Vert o Viajes Barceló.
La tecnología propia explica el crecimiento de Brainstorm, que facturó cinco millones de euros el año pasado. "Nuestros decorados virtuales para programas de televisión", comenta José Luis Alonso, su fundador, "son atractivos porque permiten ahorros del 20% al 40% en los costes de producción". Y cree que la proliferación de canales locales, que tendrán que producir a bajo coste, empujará la demanda de su producto.
Nuevas prestaciones, mejor servicio, ahorros de costes... He aquí algunas de las razones para adoptar tecnologías de última generación. En Care Technologies, José Miguel Barberá, product manager, explica que la ventaja básica de su generador de códigos (conocido también como máquina de programar), un sistema que automatiza el proceso de desarrollo de software, "es que permite a las empresas reducir los costes y los tiempos de adaptación de los programas a los cambios en el negocio". Barberá, cuya empresa nació de la Politécnica de Valencia y está comercializando su producto en Alemania y EE UU, afirma que "si bien hay otras empresas produciendo estas máquinas, la nuestra soporta procesos más complejos".
En Fractus, una empresa catalana fundada en 1999, su gran baza ha sido también una aportación necesaria... y eficaz. Sus antenas fractales, además de más baratas, son más pequeñas. "Algo decisivo", dice Ruben Bonet, su consejero delegado, "pues el tamaño, ahora que los móviles tienen que soportar cada vez más uso (con Internet, televisión...), se ha convertido en un factor crítico".
Nuevo 'entrepreneurship'
Está claro que vivimos un renacimiento del entrepreneurship tecnológico en España. ¿Tal como al final de los noventa? Nada de eso. El actual fenómeno, no tan estentóreo como el de entonces, presenta rasgos más sólidos. Si en los noventa se trataba de clonar portales, los actuales empresarios son consultores e ingenieros que han decidido poner en valor sus conocimientos. "El actual es un fenómeno", comenta Juan Carlos Alonso, de Seed Capital, que participa en P4Q, un diseñador y fabricante de componentes a medida de Bilbao, "mucho más serio que el de finales de los noventa". Alonso cree que ello se debe en parte al capital riesgo. "No hay que olvidar", dice, "que estos proyectos, que absorben mucho capital, no nacerían de no ser por el concurso del capital riesgo. Y ahora somos muy exigentes con la idea y la capacidad de sus promotores".
Lo que podría explicar que parte de estas empresas hayan logrado entrar en beneficios, algo impensable en la era de la burbuja. DS2 viene registrando resultados netos entre el 10% y el 15% de sus ingresos. Igual que en Brainstorm, que algunos años ha logrado ratios del 20% o 25%. Lo mismo podríamos decir de Dialcom o Dimat, una empresa que produce equipos de PLC para las comunicaciones internas de las eléctricas.
Una de las claves del éxito de estas firmas son los perfiles de sus fundadores. Joan Pons, de NTR, es un ingeniero de telecomunicaciones experto en informática, que montó su primera empresa a los 25 años. Y su socio es un empresario puro y duro. Otro tanto se podría decir de Fractalia. Domeq, ingeniero químico, y su socio, Alejandro Fernández, ingeniero industrial y matemático, trabajaban en Arthur D. Little antes de embarcarse en el proyecto. También Brainstorm es el producto de una simbiosis virtuosa entre un realizador de televisión (conocedor de las necesidades) y un empresario. Tampoco Ruben Bonet, de Fractus, es un fantasioso. Ingeniero de telecomunicaciones, sí, pero con un MBA del IESE y experiencia como consultor en Arthur Andersen. Es evidente que esta nueva ola de entrepreneurship no tiene nada que ver con la que encandiló los mercados al final de la década de los noventa.
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