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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La noticia "animadita"

Juan Cruz

La imagen de Rajoy llamando hooligan a Zapatero ha sido uno de los espectáculos televisivos más extraordinarios al menos en las últimas 48 horas, y seguirán sorpresas. La escenografía que le propusieron a Rajoy para burlarse del presidente del Gobierno fue adecuada a la circunstancia y a la naturaleza de su burla, que se parece cada vez más a las burlas de los fedequeipos que se enseñorean en la radio episcopal y sus secuelas escritas. Rajoy -que ayer abrevó en esas fuentes, precisamente- apareció relajado, ante un micrófono elegante y desnudo, sin emblemas, parecía de partido; en su verbo, la ironía que él ha querido hacer formar parte de su talante. Ahí, y así, formuló su discurso; sin tener en cuenta -al menos aparentemente- lo que habían hecho los suyos en la mañana del Senado, situó a Zapatero en el lado bullanguero del ring, y él se nombró a sí mismo como el hombre que tiene los pies de plomo. Servía a los informativos de la televisión el contraste: el hombre de Estado frente al chiquilicuatre. La televisión le sirvió en bandeja la cobertura; lo que pasa es que también le sirvió la cobertura a lo que realmente había pasado, es decir, la juerga desconsiderada de los senadores populares, riéndose de Zapatero y del presidente del Senado en un espectáculo que no se compadecía con la gravedad de la pregunta (sobre De Juana, el terrorista) que había planteado la derecha. A la altura de la noche, la ironía de Rajoy me recordó lo que Pemán decía de la ironía, que a veces -decía el maestro gaditano- suena peor que el fascismo.

La imagen de Rajoy estaba servida para ser repicada por los fedequeipos o -por los queipofedes-. Fernando Sánchez Dragó (Telemadrid) le puso a la noticia el adjetivo que le gustaba -"animadita"-, pero cuando trasladó a su amañado informativo la ironía del líder popular, el sarcasmo de éste ya parecía una mueca. La tele tiene eso: desde ella a veces tratan de engañarnos, pero ella misma no engaña.

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