Rusia se queda sin medicinas
La corrupción y la mala gestión dejan sin fármacos baratos a 8,5 millones de personas
En vísperas de elecciones locales en 14 regiones de Rusia el próximo domingo, el presidente Vladímir Putin y su Gobierno se resisten a reconocer el fracaso del abastecimiento de medicamentos a 8,5 millones de personas con derecho a ello, incluidos los enfermos de diabetes, cáncer, inválidos y veteranos de guerra. Los afectados son los beneficiarios de un programa de seguridad social que entró en vigor en 2005 y que daba a ciertas categorías sociales especialmente desprotegidas la posibilidad de recibir medicamentos gratuitos a cambio de 15 euros al mes.
La falta de medicamentos se ha convertido en un grave problema. El déficit varía de una región a otra y no hay cifras globales sobre su envergadura. En algunos territorios han dejado de despacharse los fármacos vitales para muchos ciudadanos, obligados ahora a gastar sus menguadas pensiones para adquirirlos. En otros, los gobiernos locales compensan con sus propios fondos la irresponsabilidad estatal.
Siete funcionarios de la Seguridad Social han sido acusados de recibir comisiones ilegales
En Nizhnii Nóvgorod, uno de los principales centros industriales rusos, la gente muere por falta de medicamentos, pero la causa se oculta en los certificados de defunción, según el diario Trud. En las regiones, las dosis recetadas se han reducido a una cuarta parte y los fármacos más caros no se despachan, señala el periódico Moskovski Komsomólets, según el cual una asociación de enfermos de hemofilia de Siberia quiere demandar al Estado.
La causa de esta crisis, que muchos califican de catastrófica, es una mezcla de ineficacia, mala planificación y corrupción. El despacho de medicamentos a cargo del presupuesto federal ha ido de mal en peor desde el verano. En 2006 se expidieron recetas por valor de 62.000 millones de rublos (cerca de 1.780 millones de euros) con cargo al presupuesto estatal. Sin embargo, para julio, el sistema de Seguridad Social se había gastado ya todo lo previsto y más (por encima de los 34.000 millones de rublos). Ahora, el Gobierno busca dinero extra para saldar la deuda restante o parte de ella, y considera también solicitar a la industria farmacéutica una rebaja sobre el precio de fármacos ya suministrados. Además, ha recortado las listas de medicamentos y ha puesto trabas para dificultar la expedición de recetas.
Los canales de televisión estatales, que informan poco sobre la magnitud del problema en sí mismo, han mostrado esta semana a Vladímir Putin preocupado por el desabastecimiento. El líder pidió a uno de sus eventuales delfines, el vicejefe del Gobierno, Dmitri Medvédev, que vigile la situación, mientras el primer ministro, Mijaíl Fradkov, destituía a un funcionario secundario sin tocar al ministro de Sanidad, Mijaíl Zurábov, considerado uno de los responsables del caos.
En noviembre fueron arrestados siete altos dirigentes del Fondo Federal de la Seguridad Médica Obligatoria, acusados de recibir comisiones ilegales al comprar medicamentos e instrumental médico por cuenta del Estado. Estas compras se hacen sin concurso y a precios hinchados varias decenas de veces, ha dicho el diputado Alexandr Jinshtein, según el cual la ilegalidad afecta tanto al abastecimiento de medicamentos como al programa nacional de salud, uno de los pilares de la política social de Putin.
El Ministerio de Sanidad reparte los pedidos entre sus allegados, señalaba el diputado, que como ejemplo citaba el pago de un millón de dólares por un aparato de tomografía que cuesta entre 250.000 y 260.000 dólares en Occidente. La empresa Medstor, vinculada a Yulia Zurábova, la esposa del ministro de Sanidad, se hizo así con pedidos por valor de más de 1.766 millones de rublos. En la Duma estatal, el diputado Alexandr Lébedev ha pedido explicaciones sobre la razón por la cual los miembros del Parlamento están todos asegurados en una empresa vinculada a la esposa del ministro. A Lébedev se le contestó que la firma en cuestión había ganado un concurso.
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