El Chino no pudo aguantar la mirada de reproche de su hermano mayor tras el 11-M
Un inspector de la Unidad de Inteligencia Exterior declara como testigo en el macrojuicio
Jamal Ahmidan, El Chino, jefe operativo del comando que realizó los atentados de los trenes el 11-M, fue reprendido por su hermano mayor el 20 de marzo de 2004 por su participación en una masacre que costó la vida a 191 personas, en una ciudad en la que les habían dado trabajo, y no pudo aguantar su mirada. Así lo puso ayer de manifiesto el inspector de la Unidad Central de Inteligencia Exterior (UCIE), que declaró en el juicio en calidad de testigo. Este policía relató cómo supo que Mohamed Afalah, uno de los presuntos autores de la colocación de las bombas en los trenes, murió en una acción suicida en Irak. Y relató que El Tunecino llegó a causar miedo en sus seguidores por sus opiniones extremistas.
El agente detalló todas las investigaciones en relación con el 11-M en las que participó y, de manera concreta y terminante, explicó los datos incriminatorios contra los procesados.
El incidente entre Jamal Ahmidan y sus hermanos lo narró en los siguientes términos: "El 26 de marzo de 2004, tomé declaración a Youssef Ahmidan, que me dio datos de la implicación de su hermano en el atentado. Precisó claramente que estaba convencido de que había sido su hermano Jamal. Me dijo que el 20 de marzo había estado en un bar de la calle Fuengirola regentado por Mustafá, el mayor de los Ahmidan. Youssef me contó que ambos hablaron seriamente con el Chino (Jamal). Youssef, al ser más joven, no tenía ningún tipo de ascendencia sobre Jamal, pero Mustafá, como hermano mayor, sí. Y Youssef me dijo que el Chino fue incapaz de aguantar la mirada de su hermano mayor, Mustafá. Éste le reprendió por haber asesinado a 200 personas de una ciudad en la que estaban acogidos y a la que habían venido a trabajar. El Chino le respondió que 200 personas morían a diario en Palestina y en Irak sin que a nadie le importase".
"Islamista de nivel"
El inspector, a preguntas de la fiscal Olga Sánchez, dijo que Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, jefe del grupo, "era un islamista de nivel. Era una persona que entre sus propios acólitos había llegado a causar miedo en algunas ocasiones dadas sus manifestaciones de extremismo exagerado". "Hay personas que posiblemente salvaron su vida simplemente por el miedo que les causó El Tunecino", dijo el testigo.
Precisó que el grupo de islamistas celebraba reuniones de adoctrinamiento en el Río Alberche, en Navalcarnero (Madrid), a las que acudían -además del Tunecino, Mohannad Almallah Dabas, o el jefe de la célula española de Al Qaeda, Abu Dahdah, ya condenado en 2005- jóvenes a los que trataban de captar para hacer la yihad. Entre estos últimos estarían Fouad el Morabit y Basel Ghalyoun. El testigo aseguró que Ghalyoun había sido directamente insultado por El Tunecino: "Había sido llamado cobarde, por no estar dispuesto a secundarle en su cruzada suicida y asesina", explicó.
El testigo de la Unidad Central de Inteligencia Exterior fue mucho más preciso que sus dos compañeros anteriores, instructores generales de las diligencias de investigación pero que no habían participado en pesquisas concretas, explicó cómo su unidad supo que Allekema Lamari podía ser el séptimo suicida de Leganés, gracias al testimonio del sirio Safwan Sabagh, que estuvo imputado en la causa y ahora ya no lo está. Sabagh dijo que cuando Lamari salió de prisión fue a Valencia y allí convivió con unos argelinos, pero que en octubre de 2003 marchó a Madrid y sólo tuvo con él contactos esporádicos.
"No me cogerán vivo"
En febrero de 2004, Sabagh dijo a Lamari que le gustaría verle, pero éste le dijo que no, que estaba muy liado. Tras los atentados del 11-M, el 28 o 29 de marzo, Lamari llamó por última vez a Sabagh -éste había sido detenido y puesto en libertad- y le preguntó: "¿Por qué te han detenido?". Y Sabagh le contestó: "Por tu culpa. Piensan que estás metido en los atentados y querían saber qué tengo yo que ver contigo". Entonces, Sabagh le preguntó: "¿Estás metido en los atentados?". Y Lamari respondió: "No me cogerán vivo".
La sesión de ayer dejó otra perla del tribunal que cortó las pretensiones del letrado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Emilio Murcia, de introducir nuevas confusiones sobre el único artefacto de los colocados por los islamistas en los trenes que pudo ser desactivado en el Parque Azorín, de Vallecas (Madrid). Murcia intentaba hacer decir al testigo que la bomba iba en una bolsa mientras que en algunos de los informes de la UCIE se referían al ingenio como una mochila.
El presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, cortó la tentativa de raíz y explicó que los diferentes informes se han referido indistintamente al artefacto como mochila y como bolsa. Pero el testigo llegó a precisar que independientemente de cualquier denominación que se le haya dado, el artefacto iba contenido en "una bolsa de asas".
Hoy se reanuda el juicio con el testimonio de otros dos policías.
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