Desconectar no es matar
He seguido con interés la información de EL PAÍS sobre el caso de Inmaculada Echevarría y me ha satisfecho en gran parte su modo de darla, a excepción de un titular que me gustaría reformular. Ayer se leía que "un hospital católico desafía a la Iglesia". Preferiría ponerlo del revés y decir: "Algunas instancias eclesiásticas desafían la tradición moral católica, a la que se atiene el hospital". Reconozco que la frase, tan larga, no vale para titular. El punto está en no identificar a la Iglesia con algunas instancias dentro de ella. Cuando un cardenal compara el caso con una eutanasia que atente contra la dignidad de la persona; cuando otro cardenal lo compara con la pena de muerte; y cuando un portavoz episcopal confunde el rechazo de medios desproporcionados con el "matar por omisión", les convendría repasar la tradición de teología moral católica olvidada.
Lo que mata es la enfermedad, no la retirada del soporte que prolonga artificialmente la agonía. Como escribía Juan Pablo II, "la vida del cuerpo en su condición terrena no es un valor absoluto" (Encíclica Evangelium vitae, n. 47).
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