Ideas, sólo ideas
Federico Mayor Zaragoza, José María Maravall, Javier Solana, Alfredo Pérez Rubalcaba, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy... al volver la vista atrás más de uno se sorprenderá al recordar cómo los más señalados de nuestros políticos han tenido la responsabilidad de la cartera de Educación en los últimos años. Sin embargo, todavía estamos a la espera de una ley universitaria que afronte de verdad los auténticos problemas de la enseñanza superior.
Pilar del Castillo elaboró una demencial reforma que no en vano movilizó a todos los estamentos de la universidad en su contra. El Partido Socialista combatió los dislates de esta ley con Carme Chacón al frente, quien se destacó por su conocimiento y entusiasmo. Sin embargo, ya con la responsabilidad de gobernar, poco queda del espíritu de aquella estimulante y constructiva oposición. Zapatero está a punto de cumplir una legislatura y cuestión tan trascendente sigue sin resolverse. La ministra San Segundo fue incapaz de afrontar la cuestión; su sucesora Mercedes Cabrera a las pocas semanas de su toma de posesión anunciaba la puesta en marcha definitiva de una reforma que pronto será una realidad ejecutiva.
El problema es que esta reforma que se va a aprobar es más un maquillaje que una verdadera reforma. Trata de resolver los problemas desentendiéndose de ellos. Un ejemplo: una cuestión trascendental para la calidad de la docencia como es la selección del profesorado es aplazada a un posterior desarrollo legislativo, que por encima queda lastrado al definirse como elemento clave una acreditación nacional no presencial ¡con los riesgos que esto conlleva en una universidad en la que la picaresca a la hora de elaborar curricula al peso está de lo más enraizada!
Una vez más, nuestros políticos estrella vuelven a demostrar su incapacidad para resolver una situación en la que no se necesitan ideas nuevas, simplemente se necesitan ideas.
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