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Reportaje:

El dueño del compás

Capullo de Jerez pasea su disco 'Flor y canela' por cinco ciudades

Amelia Castilla

Escribe con dificultad. Miguel Flores Quirós, conocido como Capullo de Jerez (Jerez de la Frontera, 1954), pertenece a una raza en extinción, la de los trovadores que todo lo que escuchan lo retienen en la cabeza. Con lo bien que canta, sorprende lo mal que se le entiende cuando habla. Compositor de buena parte de su repertorio como cantaor, Capullo explica así cómo desarrolla su proceso creativo: "Siempre estoy cantando. Me pongo a tirar palabras hasta que consigo encajarlo todo con el significado de lo que quería decir", cuenta en un bar madrileño en el que se ha presentado a las once de la mañana con un traje príncipe de Gales y una camisa de rayas negras y rojas. Tiene prisa porque le esperan en la Ciudad Deportiva del Real Madrid para un mano a mano de cante con un jugador del Castilla, Sergio Sánchez, que viene de familia de cantaores.

El cantaor jerezano pasa por ser uno de los artistas que mejor sintoniza con el público. Los críticos le definen como "dueño y señor del compás". El miércoles inició en Madrid una gira que le llevará por cinco ciudades (mañana en Barcelona, el 16 en Jerez, 21 en Bilbao, 22 en San Sebastián y 30 en Santiago de Compostela) para presentar Flor y canela. Capullo tiene en su repertorio canciones inspiradas en el 11-M y la telebasura, pero su nuevo disco, Flor y canela, va dedicado a reflejar su convulso mundo. "Los artistas de verdad sufren y pasan calamidades, ahí se encuentra el sabor del flamenco", añade. Entre los tangos y bulerías del nuevo disco, su trabajo más festero, que ha dedicado a su madre y a los niños, se escucha su particular versión del incidente del que fue víctima hace unos meses, al ser acusado de intentar quemar a un bebé tras haber mantenido una discusión con su padre.

El suceso ilustra el carácter de este cantaor. Tras horas en el calabozo, quedó en libertad sin cargos al cambiar su declaración los testigos y la situación se tornó del revés. Los acusadores se convirtieron en acusados, al decidir la juez que instruía el caso procesarles por falso testimonio, pero cuando el cantaor fue llamado a declarar decidió perdonarles y zanjar el asunto. "En mi vida he tocao a nadie; los que me conocen saben que soy una persona absolutamente pacífica", dice con cierta amargura. "Me sorprende descubrir la importancia que dan los medios a las cosas negativas y lo poco que se preocupan luego de publicar las cosas positivas".

Pertenece Capullo a la raza de artistas flamencos educados a la antigua usanza. Se crió en las calles de Jerez entre artistas y bulerías. Después de tres décadas de rodaje profesional, cuenta que aprendió a cantar viendo cómo lo hacían sus maestros. "He amanecido con los mejores. Muchas letras mías han surgido de fiestas donde celebrábamos el éxito de una gala", dice al recordar a figuras como Camarón o La Paquera, pero no olvida tampoco su paso por Madrid, donde trabajó en el tablao de Manolo Caracol haciendo los coros a La Polaca, cantándole a Farruco, al Güito y trasnochando con Los Chicos, Lola Flores, Rocío Jurado y hasta Octavio Paz. Ésa, explica, es la mejor escuela de un cantaor, luego está el escenario, donde "los cantaores nos movemos por la inspiración. En mi vida he hecho dos conciertos iguales".

Otro elemento aclaratorio del carácter de este artista es la elección de su nombre artístico. En su caso, se puede decir que fue capullo desde que nació. Llegó al mundo con poco peso y su madre, nada más verle, le nombró capullo porque parecía tan pequeño como la envoltura que rodea al gusano de seda; luego, en casa, sus hermanos le llamaban capullo para hacerle rabiar, y lo mismo con los amigos. Al principio, se cabreaba pero luego decidió que era mejor dejarlo pasar. Cuando empezó a cantar y a ser conocido ya era demasiado tarde para elegir."He amanecido con los mejores. Muchas de mis letras han surgido tras las fiestas"

El cantaor Capullo de Jerez.
El cantaor Capullo de Jerez.LUIS MAGÁN

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