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Un joven se suicida en Tarragona tras matar y enterrar a sus padres en el jardín

El muchacho, de 19 años, mantenía una conflictiva relación con sus progenitores, de origen alemán

Un joven de 19 años protagonizó anteayer uno de los episodios más oscuros que se recuerdan en la crónica negra de la provincia de Tarragona. El muchacho se suicidó de un tiro de escopeta el jueves en su domicilio de Alcanar ( Montsià) seis días después de haber matado y troceado a su padre y a su madre, a quienes dio sepultura en el jardín de la casa, un chalet de una urbanización junto a la playa. La Guardia Civil se ha hecho cargo de las investigaciones, sobre las que el titular del Juzgado de Amposta ha decretado el secreto del sumario.

La familia, de origen alemán, se había instalado en la costa del sur de Tarragona a principios de la década de los setenta, donde había logrado una posición bastante acomodada gracias a una empresa de fabricación de compresores para la construcción que instalaron en un polígono industrial de Sant Carles de la Ràpita. Hace siete años que habían trasladado su residencia a Alcanar.

Fueron los empleados de esta misma empresa quienes alertaron a la Guardia Civil de que hacía días no sabían nada del paradero del matrimonio, que no acudía a la fábrica, cosa inusual en el padre. Pero antes optaron por preguntar al presunto homicida, que les respondió que sus padres se encontraban de viaje a Alemania. Las explicaciones, sin embargo, no convencieron a los trabajadores, que de inmediato pusieron los hechos en conocimiento de la Guardia Civil.

Los agentes se personaron en el domicilio de la familia el pasado jueves al mediodía. Al llegar, encontraron el cuerpo sin vida del joven, que se habría disparado un tiro a la cabeza con una escopeta en la planta inferior de la vivienda. "Seguramente lo hizo al sentirse acorralado por la policía", señalaron ayer fuentes cercanas a la investigación.

El cuerpo del joven no fue más que la antesala de lo que los guardias civiles encontrarían a los pocos minutos en el chalé. En unas escaleras, que conducían al piso superior y a la habitación del matrimonio, los agentes vieron un reguero de sangre. "Una verdadera orgía de sangre", describieron las mismas fuentes. Este hecho hizo sospechar a los agentes de la posibilidad de que hubiera más víctimas en la casa. Pero en las habitaciones no hallaron nada.

En el registro posterior del jardín de la casa, un rosal recien plantado levantó las sospechas policiales. Y al escarbar la tierra, los agentes localizaron los restos troceados del matrimonio, que responden a las iniciales de W. J. N., de 57 años, y su esposa, I. N., de 47. La Guardia Civil está buscando a otra hija de los fallecidos, de la que hace días que no se tienen noticias y de la que no se descarta que hubiese podido correr la misma suerte que sus padres. Sin embargo, por el momento nadie se atreve a confirmar este extremo.

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Pelea familiar

Algunos vecinos relataron que el viernes de la pasada semana, seis días antes de hallarse los cuerpos, oyeron una acalorada discusión en la vivienda. De hecho, la policía baraja como principal hipótesis que ese mismo día se cometieran los asesinatos, mientras que el joven pudo suicidarse el jueves, horas antes de ser hallado por la Guardia Civil.

Otros conocidos de la familia añadieron que las peleas entre el padre y su hijo eran habituales por la negativa de éste último a estudiar o trabajar, lo que agudizaba las desavenencias en el seno de la familia.

Un amigo del presunto parricida relató ayer que durante estos últimos días -con los padres ya muertos- habían estado saliendo y que incluso el presunto asesino le acompañó a su casa sin que su comportamiento despertara sospecha alguna de lo ocurrido.

Pero las diferencias a la hora de definir el carácter del muchacho fueron constantes ayer entre el vecindario. Mientras unos le definían como un chico normal, otros optaron por el calificativo de "agresivo".

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