La macro de 2006
La contabilidad nacional del cuarto trimestre del pasado año confirmó el crecimiento del PIB en un 4% respecto al mismo periodo del año anterior. Para el conjunto del año dicha tasa alcanzó el 3,9%. El ritmo de crecimiento va ganando velocidad, pues un año antes esta tasa era del 3,6%. Ahora bien, la aceleración es modesta, inferior a lo que nos tenía acostumbrados la economía española en otras fases cíclicas expansivas e inferior también a la que ha registrado la Unión Europea en su conjunto, cuya tasa ha pasado del 2% al 3,4% en el mismo periodo. Como consecuencia, el diferencial a favor de España se ha estrechado notablemente, hasta el punto de que, si lo medimos en términos de renta per cápita, que es el indicador más representativo del bienestar económico, ha pasado a ser negativo en los últimos trimestres. La causa es, obviamente, que la población crece en España aproximadamente un punto porcentual más que en la UE debido a la inmigración. En el conjunto del pasado año el PIB per cápita ha crecido en España prácticamente lo mismo que en la UE-25, un 2,5%, por lo que el índice relativo a la media de la zona se ha mantenido estable en torno al 98% (91% si la referencia es la antigua UE-15). El objetivo del Plan Nacional de Reformas de alcanzar el 100% en 2010, que en una ocasión califiqué en esta columna como de poco ambicioso, ahora no lo parece tanto.
La productividad del trabajo sólo avanzó un 0,8% en España en 2006 frente a casi un 1,8% en la UE-15
El problema reside en el tantas veces señalado escaso avance de la productividad del trabajo, que el pasado año aumentó un 0,8% en España frente a aproximadamente un 1,8% en la UE-15. Puede argüirse, no obstante, que éste es uno de los aspectos positivos que muestran las últimas cifras de la economía española, pues, como se ve en el gráfico central, al menos la tendencia es buena, habiendo alcanzado el 1% en el último trimestre, seis décimas más que un año antes. Ahora bien, ello es consecuencia de la fuerte recuperación cíclica de la productividad en el sector industrial, mientras que en la construcción y los servicios de mercado no sólo se avanza poco, sino que se retrocede. Excluyendo el sector agrario y los servicios de no mercado (fundamentalmente administraciones públicas), la productividad retrocedió el pasado año un 0,2%, frente a un aumento del 0,3% en el año anterior. Como la oferta de trabajo es amplia y los salarios bajos, a las empresas no les preocupa demasiado la productividad, sobre todo en aquellos sectores donde es fácil mejorar la cuenta de resultados subiendo precios.
Otro frente en el que, con las cifras en la mano, también parece avanzarse es en el de los desequilibrios. No es que disminuyan, sino que crecen más despacio que en los dos años anteriores. La aportación negativa del saldo exterior al crecimiento del PIB se redujo a 0,9 puntos porcentuales (pp) en el último trimestre y a un punto en la media del año, frente a 1,7 pp en 2005 y 2004 (gráfico izquierdo). A su vez, el déficit por cuenta corriente "sólo" aumentó en 2006 un punto porcentual del PIB (hasta el 8,5%), frente a 1,6 pp en 2005 y 1,9 pp en 2004. Ahora bien, me temo que estos cálculos son muy provisionales y que, cuando dentro de uno o dos años conozcamos los definitivos, los progresos serán mucho menores. Lo mejor de este déficit es que, como se ve en el gráfico derecho, obedece al fuerte aumento de la tasa de inversión nacional, mientras la de ahorro permanece estable. En resumen, buenas cifras las de 2006, sobre todo si no escarbamos mucho en ellas, pues si lo hacemos, veremos que no es oro todo lo que reluce.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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