Reconquista de la inocencia
Madrid se muestra como la tierra prometida para un chico de provincias y homosexual que descubrirá poco a poco el desengaño de las promesas y de sus sueños. Hecheres Beltrán ha obtenido el VIII Premio Odisea con Cruzando el límite, cuyas páginas se adentran en la vida, dudas, ilusiones y trampas de las búsquedas de afectos.
CRUZANDO EL LÍMITE
Hecheres Beltrán
Odisea. Madrid, 2006
213 páginas. 17 euros
El joven de provincias que llega a la gran ciudad con el afán de conquistarla tiene en la historia de la novela larga tradición. La tiene desde Balzac, él mismo un joven provinciano con el mismo propósito. Uno de los ingredientes de este motivo literario es la inocencia. Y, evidentemente, no hay inocencia más atractiva que la que se pierde. En Cruzando el límite, la novela con la que el escritor canario Hecheres Beltrán ganó el VIII Premio Odisea, alguien va en busca de esa edificante pérdida. Podríamos decir que Madrid es la gran protagonista en esta historia. Como escenario de las peripecias que aquí ocurren y como motor de ese límite que se cruza y desde el cual la vida del protagonista que nos narra su experiencia pende de un hilo. Pero esta novela ventila también otra cuestión: la homosexualidad, las leyes que rigen el mundo gay, los prejuicios, los malentendidos.
Luis es un chico joven que llega a Madrid para abrirse camino. Trabaja de camarero hasta que algún día cambie su suerte y pueda colocarse en un empleo más a tono con su ambición y sensibilidad. Le gusta escuchar música y leer. El azar le pone en contacto con lo que llamaríamos decimonónicamente el vientre de Madrid. Los bares gays, el sexo furtivo y, sobre todo, el consumo de drogas. Las fiestas infatigables, toda la gama de estupefacientes que se pueda meter entre pecho y espalda y el alcohol. Sumado a ello, las relaciones fortuitas, la madrugada resacosa y esa especie de vacío existencial que parece apoderarse de todos los amigos y ocasionales compañeros de Luis. Al final no cabe duda de que todos estos pájaros nocturnos adolecen de una misma enfermedad, la falta de amor.
El mérito de esta sencilla his
toria de búsquedas y decepciones es una lograda naturalidad en el tono de su narración. Hecheres Beltrán no carga las tintas en la descripción de algunas escenas duras. La sordidez de algunos momentos, la urgencia carnal, todo lo mantiene el narrador con esa cuidada naturalidad del que cuenta no desde la simulación literaria sino desde el documento íntimo de su desengaño. La única escena, un encuentro desgraciado en un lavabo que acaba en una violación, es lo más cercano a algunas de las páginas más sórdidas de Ábrete de orejas del escritor británico Joe Orton. Y el Madrid que nos queda de esta interesante novela es el de una ciudad que hace ya mucho tiempo que gustosamente ha perdido su inocencia.
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