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¿Hacia un 'Prodi bis'?

Enric González

El presidente de la República, Giorgio Napolitano, ex dirigente del Partido Comunista, despachó con Romano Prodi durante 25 minutos. Fue una reunión protocolaria, porque todas las cartas estaban sobre la mesa y no había alternativa a la dimisión del presidente del Gobierno. El auténtico trabajo de Napolitano comenzará hoy, a las 10.30, cuando Prodi llegue de nuevo al Quirinal, esta vez como un político más, para responder a una pregunta básica: ¿se puede formar un Gobierno mínimamente sólido con el actual Parlamento?

Desde el punto de vista de Napolitano, la mejor solución sería recomponer un Gobierno con Prodi al frente, pero con una base parlamentaria ampliada a los demócrata-cristianos de Pierferdinando Casini. Forza Italia, Alianza Nacional y Liga Norte, componentes de la auténtica oposición, anunciaron ayer que no aceptarán componendas y que pedirán al jefe del Estado la convocatoria electoral.

Casini dejó una puerta abierta al acuerdo. Pero en ese caso no bastaría la buena disposición de los centristas católicos de Casini: tendrían que estar dispuestos a aceptarles los comunistas, y haría falta inventar un programa capaz de satisfacer a todos los componentes de una coalición aún más diversa que la desplomada ayer.

El Prodi bis, en la mejor tradición italiana, permitiría evitar la convocatoria de elecciones, a menos de un año de las anteriores. Por eso será, probablemente, la primera opción explorada por Napolitano. Hay que tener en cuenta otro factor: los parlamentarios sólo acceden a la pensión vitalicia tras dos años y medio de legislatura. Si se disolvieran las cámaras, los diputados y senadores novatos se quedarían sin pensión.

Otra opción para evitar las urnas consistiría en el llamado gobierno técnico, de larga tradición en Italia, y utilizado profusamente a finales de los 90, tras la caída de los Gobiernos del mismo Prodi y D'Alema. Los gobiernos técnicos disponen de una cierta facilidad para recabar apoyos parlamentarios, por su falta de perfil político. Pero esa falta de carga política les condena a la simple gestión. Con Italia en el Consejo de Seguridad, con la patata caliente de Afganistán, con las dificultades económicas y vista la necesidad imperiosa de reformas, se trataría de una opción decepcionante. Berlusconi, alentado por unos sondeos favorables, presionará a favor de los comicios.

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