"Ya lo estudiaremos', dicen los políticos"
Dos vecinas que lucharon por una estación de metro en La Elipa celebran su llegada
Las cámaras de televisión rodean a Esperanza Aguirre en la nueva estación de metro de La Elipa. Una mujer menuda de pelo corto y cano la coge del brazo. "Esperanza, no te olvides del centro de salud", dice muy seria. Angustias Alonso, de 71 años, consiguió hace dos días arrancar una nueva promesa a la presidenta de la Comunidad de Madrid: "Tiene usted mi palabra". Ella no se queda satisfecha y replica: "Pero no me vengan luego con el 'ya lo estudiaremos', que los políticos se pasan todo el día estudiando, parecen una universidad".
Retirada unos metros, Loli Bueno, de 79 años, aguarda en silencio a que termine. "Yo soy mucho más prudente, Angustias siempre suelta lo primero que le viene a la cabeza", explica casi en voz baja. "Hay que ir con calma, sin soliviantar". A Angustias le trae sin cuidado. Cuando los guardias de seguridad le impiden bajar al andén para ser testigo del viaje inaugural del metro, advierte: "Esto lo pongo yo en la revista de la asociación, ¡vamos! Tantos años luchando y ahora lo tengo que ver salir desde arriba, no hay derecho". Se va por el pasillo enfadada y despotricando de los políticos. Loli, cogida de su brazo, sonríe sin decir nada.
El origen de la asociación de vecinos se remonta a 1968, en plena dictadura
Son amigas desde hace 30 años y dos históricas de la asociación de vecinos de La Elipa (Ciudad Lineal), cuyo origen clandestino se remonta a 1968, en plena dictadura de Franco. Angustias, que nació en un pueblo de Cáceres, está separada y ha trabajado "casi de todo" para ganarse la vida. Loli, sevillana, se quedó viuda hace siete años. Es dibujante y vive con su nieto, de 19 años. "Casi lo he criado yo", cuenta orgullosa.
Su primera batalla juntas fue para conseguir un instituto, el Goya-La Elipa, inaugurado en 1983. Ya entonces tenían en mente el último triunfo de los vecinos del barrio: la nueva parada de metro de la línea 2 (La Elipa-Cuatro Caminos) que desde el viernes permite a más de 20.000 residentes llegar al centro de Madrid en 15 minutos. Por el camino, decenas de anécdotas y de jornadas sin parar en casa en todo el día. "La de veces que he corrido yo delante de los grises", ríe Angustias, que confiesa que es "de izquierdas de toda la vida" y que en el barrio la conocen como La Vieja Roja. Recuerda otra reivindicación de la década de los setenta, cuando la calle de José Luis de Arrese era un barrizal sin iluminar y salían en procesión de noche con velas para pedir farolas y aceras.
"Hemos hecho más de una guardia en las oficinas de los políticos, yo en la puerta y Angustias en el garaje, para que no se escaparan sin hablar con nosotras", cuenta Loli, que no quiere oír hablar "de partidismos". Considera que todos los políticos "son iguales" y alude al refrán: "Si quieres conocer a fulanillo, dale un mandillo". Ella prefiere la retaguardia. Durante años, ha confeccionado las pancartas para las manifestaciones de vecinos de La Elipa.
"Han luchado muchísimo y se han ganado el respeto de todos; ellas dicen las verdades que los demás evitamos", apunta Conchi García, secretaria de la junta directiva de la asociación. Las recuerda "dando guerra" desde que ella estaba en el colegio. "Han perdido el pudor y hablan con naturalidad, son admirables, las cuidamos y las queremos muchísimo", añade. Y termina: "Son una representación de todos los vecinos que han luchado desde el principio por este barrio. Algunos de ellos ya han muerto".
Angustias lloró de alegría cuando bajó por primera vez a ver las obras del metro. Loli estaba el viernes "muy emocionada". Ambas acudirán hoy a la fiesta que organiza la asociación a mediodía en la plaza conocida como del Dragón, en Marqués de Corbera. Sacarán el tren de tela con el que han protestado durante años. Comerán y brindarán con el resto de vecinos. Angustias espera aguantar hasta el final. Loli se quedará con una condición: "Como vea a un político, me marcho".
EXCELENTES
Angustias Alonso y Loli Bueno
Angustias Alonso (Navalmoral de la Mata, Cáceres, 1936) y Loli Bueno (Tocina, Sevilla, 1928) son grandes amigas. Se conocieron hace 30 años en La Elipa, el barrio en el que han vivido la mayor parte de sus vidas. Cuando llegaron había calles que parecían barrizales, faltaba un instituto y soñaban con una parada de metro que se inauguró finalmente el pasado viernes. Son dos luchadoras del movimiento vecinal en la asociación La Elipa, que comenzó su andadura en 1968, en plena dictadura, de forma clandestina. Juntas han perseguido a los políticos, han confeccionado pancartas y han gastado jornadas eternas para hacer más cómoda la vida de sus vecinos.
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