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Columna
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Visible oscuridad

Dado que Morón está en Sevilla, y Rota en el golfo de Cádiz, al noroeste de El Puerto de Santa María, ¿algún diputado por Sevilla y Cádiz preguntará al Gobierno, en cuanto se reúna el Congreso, qué sabe de los vuelos entre Guantánamo, en Cuba, y las bases de Morón y Rota que usa aquí el ejército de los EE UU?

Hubo entre 2002 y 2005 seis vuelos con origen o destino en Morón y Rota, hacia o desde Guantánamo, y me parecen pocos. El convenio entre España y EE UU no vería bien el paso de aviones "con pasajeros o carga que pudieran ser controvertidos para España", pero dos gobiernos de signo distinto, el popular y el socialista, han permanecido ignorantes, o impasibles, o activos, quién sabe, ante estos vuelos euroamericanos. No serían controvertidos.

Ahora que conocemos oscuramente estas cosas, los representantes de Sevilla y Cádiz en el Congreso quizá deberían preguntar qué ha hecho y hace el Gobierno de España. Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores, en noviembre de 2005, dos semanas después del último vuelo registrado entre Morón y Guantánamo, no había visto nada raro en el tráfico de las bases hispano-americanas, pero aviones grandes despegaban invisiblemente hacia Guantánamo. Aunque hubieran sido visibles los aviones, probablemente habría sido una descortesía entre aliados inspeccionar para ver qué llevaban a Cuba. La situación es delicada, bélica, en Afganistán y en Irak, entre atentados masivos reivindicados por islamistas.

Ha habido detenciones en todo el mundo sin mandato judicial, movimiento de presos sin órdenes de extradición. En Europa preocupan mucho los aviones fletados por la CIA con la probable colaboración de los gobiernos locales, al margen de la ley, y la opinión pública europea forzó un comunicado conjunto de la UE y EE UU en el verano de 2006: ambas partes apelaban a los valores comunes, al compromiso de respetar las obligaciones internacionales y los Derechos Humanos en la lucha antiterrorista. Aquí, preocupe lo que preocupe en el resto de Europa, no existe ninguna inquietud por los vuelos, recién conocidos, desde Sevilla y Cádiz, de los que, si el Gobierno español sabe algo, es gracias a controles portugueses, revelados por la eurodiputada Ana Maria Gomes.

Mientras Europa se escandalizaba por las operaciones de la CIA (1.245 vuelos identificados), la portuguesa Gomes revelaba que son un capítulo menor en el programa del Gobierno americano. Lo verdaderamente importante serían los vuelos militares, los que pasan por Morón y Rota y Torrejón. El Parlamento Europeo ya ha informado sobre los trabajos de la CIA en el continente, y, en el cuadro de honor de colaboradores en la red de secuestros y traslados extraordinarios (extraordinary renditions), junto a Alemania, Suecia, Irlanda, Grecia, Chipre, Dinamarca y Rumania, figura España. De los vuelos militares no se trata. Austria, Italia, Portugal, el Reino Unido y, sobre todo, Polonia, se negaron a ayudar en la investigación parlamentaria.

¿Interpelarán al Gobierno sobre Rota y Morón los diputados por Cádiz y Sevilla? No sé si es verdad que a la opinión pública europea le interesan estos asuntos, pero tengo la impresión de que aquí preferimos estar en el limbo. Cuanto menos sepamos, mejor. Aquí no sabemos ni los nombres de nuestros representantes en el Congreso. La ignorancia voluntaria de la población es un principio político fundamental en los Estados paternalistas. Es como si, sin haberlo oído nunca, recordáramos aquello que decía un rey de Inglaterra, Jaime I, a principios del siglo XVII: investigar lo que concierne a los secretos del poder es un sacrilegio. Y nosotros no queremos pecar.

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No sé si nuestros representantes políticos prefieren callar porque comparten los principios estadounidenses, o si sólo guardan el silencio de la impotencia: la prudencia ante lo que supera nuestras fuerzas y posibilidades. De aquello sobre lo que nos es imposible influir, ¿para qué vamos a preocuparnos? ¿Para qué vamos a hablar?

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